viernes, 30 de agosto de 2024

Cosas preciosas


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


El nuevo proviso de Locke es la declaración de Rowan Atkinson (Mr. Bean) sobre las tres cosas preciosas de la vida: la primera, la comida en la boca (ecos de Hobbes); la segunda, expresarse libremente (ecos de Russell); y la tercera, un techo sobre la cabeza (ecos de Primo de Rivera).


La tercera corre peligro (palabra causal) por los okupas y las comisiones de los políticos; la primera, por la inflación; y la segunda… La segunda, en realidad, jamás ha existido. En palabras de Mark Twain, describiendo la democracia americana (no nos cansemos de recordarlas): “Gracias a Dios contamos en nuestro país con tres cosas preciosas: la libertad de expresión, la libertad de conciencia y la prudencia de nunca practicarlas”. Estamos, pues, como los monos de Borges, que podrían hablar si quisieran, pero que han resuelto no hacerlo para que no los hagan trabajar. O para no acabar en la cárcel con el aplauso del periodismo, hijillos todos de Pedro Rocamora, el que estuvo en un tris de privarnos de “La familia de Pascual Duarte” porque una cosa es la libertad, y otra, el libertinaje.


Pemán, ¿usted ha visto cosa más tonta que un censor? –contestó Franco al académico, que se le quejaba de los tachones a lápiz rojo.


El vago es el fiscal del que trabaja, decía Unamuno, el coleccionista de paradojas gafado por Amenábar. Ahora el fiscal de delitos de odio (?) pide arreglar el Código Penal (el verdadero retrato político de una sociedad) para reformar al discrepante. Es la democracia que con tanto trabajo entre todos nos hemos dado. El Derecho se ocupa de hechos. El odio es un sentimiento. Si penalizas los sentimientos, la arbitrariedad entra por la puerta y el Derecho sale por la ventana. No otra cosa fue el estalinismo que describe Dombrovski en “La facultad de las cosas inútiles” que era… el Derecho. Feijoo, el jefe liberalio, que cree que Orwell se sentó a escribir “1984” treinta y cuatro años después de muerto, apoya al fiscal: “Cualquier medida que trate de atajar, atenuar, disminuir y suprimir…, a través de cualquier medio, será apoyada y bien recibida por el PP”. La Comisión Rocamora, pues, está en marcha. Y es que, para lo malo, la España oficial nunca dejó de ser franquista.


Hitos de aquel tiempo de silencio (los de Martín Santos, novelista y psiquiatra, dos oficios que hoy se rifan para transitar por el patio de esta patocracia rampante): un telegrama a la prensa contra Shakespeare (“No se destaque la fiesta de la Vendimia de Jerez este año. No se nombre a Shakespeare”) y otro telegrama contra Pemán, que regresaba de América (“No se comunique la noticia de la llegada de Pemán ni se permita ningún acto de homenaje”).


Nos son dados los herejes –explica san Agustínpara que no nos quedemos en la infancia. Ellos cuestionan, hay disputas y se formulan definiciones para formar una fe organizada.


Ni esto se le alcanza a nuestra sociedad de zombis, que prefieren alargar la infancia hasta la muerte.


[Viernes, 23 de Agosto]