lunes, 5 de agosto de 2024

El patrón oro



Rafael de Paula
Retrato de Alberto García-Alix para Gente y aparte, ABC


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


El patrón oro es una idea según la cual el valor de un billete de banco es convertible en raspaduras de oro que lo sustentan. Se basa en el principio de incredulidad de Santo Tomás, que, porque duda, mete la mano en el costado de Nuestro Señor, igual que bajo el patrón oro un impositor desconfiado podía meter la mano en el cofre del banco. Todo parecía marchar como Dios manda y un escocés, Hume, había pensado, pero las guerras y demás negocios liberales se cargaron el sistema por la necesidad de imprimir más billetes que oro cabía en el banco, con lo que los amos del patrón sustituyeron el oro por lo que lo parece, y esto vale para el “Ballon d’Or” de France Football y para la Llave de Oro del Parador de Ronda, donde el genial Rafael de Paula impartió un máster sobre el patrón oro que todavía se recuerda.


A la entrega de la Llave de Oro acudió Paula con la toalla del hotel colgada al cuello. Hubo de esperar a la alcaldesa, “que no sé si manda o no manda”, y su impuntualidad no le gustó, porque “aquí el protagonista hoy soy yo”. Tampoco le gustó la escasez de público, “porque lo que hay que tener en la vida es carisma y poder de convocatoria”. Entonces sacó la Llave de su estuche, se la llevó a la boca, la mordió y vio que no era de oro. “Esto es falso”, dijo. Se levantó, saludo con el bastón, y marchó a su habitación.


Y esta tarde me vuelvo a Jerez de la Frontera, donde las papas se comen enteras.


El Paula del fútbol todavía no ha nacido, y no se sabe de ningún futbolista capaz de plantarse como el torero jerezano en la gala del Balón de Oro, con tantos motivos como han dado. Ni siquiera Cristiano, el más perjudicado por la industria del marketing que mueve a Messi, que hace un año se llevó el oro, o lo que reluce como tal, por un Mundial que ya está en el olvido, en perjuicio del verdadero ganador, el delantero centro del City, Haaland, un tipo que no parece espabilado, pero que tiene por ídolo a Miguel Pérez Cuesta, “Michu”, ex delantero del Swansea en el fútbol inglés y hoy director deportivo del Burgos. En plena pandemia, Michu viajó a la fábrica de Adidas en Alemania y allí se encontraba Haaland, “que me reconoció en seguida, incluso con la mascarilla puesta”. (De Fraga se cuenta que, viajando con el ministro Cabanillas a Galicia, se detuvo en una playa para bañarse “in corio”; sorprendidos en el agua por una excursión de monjas, salieron corriendo y con las manos en la masa, y Cabanillas gritaba: “¡La cara, ministro! ¡La cara!”, cosa que, por lo que cuenta Michu, no les hubieras valido con Haaland).


En la escala alimenticia del márquetin futbolístico primero está Messi, y luego, Guardiola, que es decir el City. Hace un año le birlaron el oro a Haaland, así que este año quieren reparar la injusticia con otra injusticia, que sería birlárselo a Vinicius en beneficio de… Rodri, campaña animada por Valdano, que dice que el fútbol se lo debe a Rodri, elegido MVP de la Eurocopa en contra de todas las estadísticas. En el fútbol, como en la vida, el deber es un don de gentes. Al Real Madrid le deben las dos Ligas de Tenerife y todavía está esperando a que se las devuelvan. Por importancia, el orden de las competiciones es Champions, Liga y Eurocopa. Rodri, como Vinicius, tiene la Liga, pero Vinicius fue el MVP de la Champions. Para hacerse con el oro que le arrebataron el año pasado, el City contaba con Foden, elegido MVP de la Premier, pero sucumbió en Champions, y de paso, también en la Eurocopa, por culpa, principalmente, de su entrenador, Southgate, una Kamala Harris de los banquillos. Imposible Foden, los marquetineros se agarran a Rodri en nombre del equilibrio.


Es que el equilibrio que da Rodri sólo lo da Rodri.


Hablan del equilibrio de Rodri como García-Viñolas lo hacía del equilibrio de Cristo:


Dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Yo veo a Cristo entre Marta y María, entre el buen y el mal ladrón. En el ser no hay otro problema que el del equilibrio, el de la dosificación.


Y como nombres del gran equilibrio español (“la serena pasión, que no hay que confundirlo con las medias tintas, con las vacilaciones”) daba los de Fray Luis y Velázquez, pero no el de Rodri, como hace Valdano para dorar la píldora a Guardiola, el tipo que en aras del equilibrio defensivo del Mejor Equipo de la Historia fichó a Chygrynsky por veinticinco millones del año 2009. (El otro día, cuando supo que Yoro daba calabazas al Madrid, mi portero me saludó mañanero y dicharachero con un “¡Ojalá (“joalá”, dice Ancelotti) les salga a los ingleses otro Chygrynsky!”)


En lo del oro, cuando los moderaditos dicen equilibrio para decir Rodri (¡parece que hablaran de la cachaza del Séneca de Pemán!), yo digo desequilibrio para decir Vinicius, dueño y señor del único desequilibrio, saludable y legítimo, que según mi ensayista es aquél que se siente provisional y tendente a un equilibrio superior, como (y apelo a los valdanistas) el de Pascal o el de San Agustín. Mis sueños de espectador corren hoy en las piernas de un póker de desequilibrados de oro a prueba de limón, bicarbonato, cloro, vinagre y fuego: Vinicius, Güler, Mbappé y… Endrick. Todo lo demás son discusiones de tratantes.


Sábado, 27 de Julio