sábado, 2 de agosto de 2014

Cascante




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    A lo tonto y a lo bobo se nos ha despedido Manuel Martínez Cascante, con veintiséis años de periódico a cuestas.

    Llegó al ABC de Serrano en el último resuello de los 80, cuando las reinas de la barra que pintaba Javier de Juan empezaban a dejar la absenta para pasarse a la birra con formol de los 90: los casados se separaron y los solteros (como Cascante) no se casaron.

    Del cinismo al escepticismo y del parrandón al botellón. Una frivolidad trajo la siguiente. En aquel dadaísmo estético del felipismo pimpante Rodríguez Marchante y Martínez Cascante hicieron para ABC la mejor sección de Espectáculos del periodismo español, pues tenía el humor, el ritmo y la música del cine de Scorsese.
    
Cascante era el Norte (alubias de Tolosa, vino de Rioja, rocanrol, toros y fútbol del Athletic, Logroñés y Éibar) en Madrid, pero un día marchó a Marruecos, y fue el Norte en Rabat. Nada más llegar, en el país donde nunca pasaba nada, murió Hasán, y con esa movida quedó inaugurada su corresponsalía en el país donde Patton había sido capaz de ver una mezcla de Hollywood y la Biblia.

    Estaba en Rabat, pero, bajando la cortina, comía (caparrones con tocino) como en Logroño. En la carretera, camino de un morabito, dimos con un árbol con la copa cuajada de cabras, y sólo él supo ver en ello una metáfora del futuro del periodismo.

    Para no perder el hilo que pierden los exiliados (los exiliados, decía Umbral, no perdonan a su vuelta que el país haya seguido sin ellos), Cascante hacía todos los meses un Rabat-Ceuta y Ceuta-Rabat con el coche cargado de papel de cocina. En cuanto pudo, tomó un avión y se plantó en México, donde ha estado doce años, con escalas en Haití, y antes, en el zulo-escondrijo de Sadam Husein en una granja de Tikrit.

    –Soy Sadam Husein y quiero negociar –dijo el iraquí a los marines de la operación “Amanecer rojo”.

    Ahora que a la gente ya no le interesa nada, Manuel Martínez Cascante, que es un tipo que lo sabe todo, se va.

Casa Egües
Logroño