martes, 26 de agosto de 2014

Los lotes de El Cid

Ellauri, en Las Ventas, saliendo de enlotar lo del Cid

 
José Ramón Márquez

¡Qué unanimidad! ¡Qué consenso! ¡Qué bárbaro!

Mires donde mires, en las hojas macilentas de los periódicos, en el engañoso brillo de la pantalla del ordenador, en los colorines de la TV, es un clamor lo de los lotes de El Cid: “El mejor lote”. Y eso le lleva pasando desde el Guitarrero de Hernández Pla hasta ayer mismo, aunque el colmo fue el día de los seis de Victorino en Bilbao, que los tres lotes fueron “el mejor lote”. Como no estaba nada más que él..., que seguro que si acaso aquella tarde llega a salir el sobresaliente, se habría roto la magia de los lotes, tres de tres.

Siempre El Cid y los lotes. En El Puerto, “el mejor lote”; en Madrid, “el mejor lote”; en Valencia, “el mejor lote”, en Bilbao, “el mejor lote”; en Villaberzas de Enmedio, “el mejor lote”, siempre “el mejor lote” para este hombre mimado de la fortuna, elegido de los dioses enlotadores, ganador perpetuo de la lotería primitiva de los lotes. Siempre “el mejor lote” para que lo desperdicie de manera miserable, pues, como es de sobra conocido, “está en un bache”; y así, lote y bache en El Puerto; bache y lote en Madrid; lote y bache en Valencia, en Bilbao en Villaberzas, bache y lote, lote y bache: suerte e incompetencia, como aquél que dice, que es lo que en realidad ellos quieren decir, vamos.

En lo del bache no entraremos, puesto que si tantas y tan atinadas plumas, voces, aficionados de postín, radiofonistas y televisivos están tan de acuerdo en lo del bache, ¡qué digo bache!, socavón de proporciones bíblicas como aquellos del Madrid de los años setenta, no es prudente ponerse frente a ellos, con lo que saben y los estudios de tauromaquia que atesoran en sus barrigas; pero a lo del lote sí que conviene echarle un ojo, porque eso sí que tiene fácil solución.

La solución se llama Santiago Ellauri, que es el veedor de El Cid. El torero siempre ha dicho que él no le pone peros ni a compañeros de cartel ni a ganaderías, que él pasa ampliamente de andar brujuleando ni en los despachos con el éste sí, éste no, ni en los campos de España mirando al burraquito, al castaño, al gachito de buena reata o al listón. Esa función la hace Ellauri, el Mago. Él es quien va a las fincas ganaderas, quien ausculta, evalúa y propone lo que conviene a su poderdante; él es el que tiene el secreto, el don de saber elegir, la baraka. La cosa, pues, es muy fácil: que fichen a Ellauri. Que Ponce, en vez de estar escuchando las batallitas de su anciano suegro y seguir sus desinteresados y no muy atinados consejos fiche a Ellauri para que le busque los mejores lotes cuando toree con otros coletas o con rejoneadores o con forçados; y July, en vez de ponerse rabioso con Roberto el Descabellador porque los de La Quinta le sacaron los colores, que fiche a Ellauri para que le traiga de las dehesas de España los mejores lotes donde demostrar su poderoso poderío; que Manzanares fiche a Ellauri para que le allegue los toros acordes a su tauromaquia mediterránea de paella y gamba roja y mande a paseo a Matilla y su engañifa del toroleasing; que Morante se ponga en las manos de Ellauri para que le suministre las materias artísticas acordes a sus rechonchos merecimientos y se libre cuanto antes de Barrera, que no le deja merendar pan untado de Tulipán.

 Y los que empiezan, lo mismo. ¿Qué hace Abanades que no está ya mismo convidando a comer en su bar a Ellauri para comenzar con buen pie su singladura en el proceloso océano de la novillería? Que sea el visionario Ellauri quien le busque los lotes para poner en marcha a esa incipiente figura, antes de que sea tarde. Y los mexicanos igual: ¿qué hace el millonario ése del yate de 95 metros, el magnate, que no se lleva a Ellauri a que le diga a las claras si lo que le ha comprado a Fernando Domecq es lo que todos pensamos que es, o si, por el contrario, puede servir para algo?

Ofrézcase Ellauri al orbe taurino para que cada tarde los tres lotes sean el mejor lote y para que todos los toreros que no están en bache alguno -que son la mayoría- puedan ofrecernos constantemente sus definidas tauromaquias sin el estorbo, por otra parte tan común, de que el toro no sirvió por esto, por lo otro o por lo de más allá. Con Ellauri, todos los toros sirven, todos los lotes son los mejores, déjenle a él las empresas hacer los carteles y viviremos el siglo de Pericles del Toreo.
Miguel Criado, El Potra (q.D.g), decían, y hasta tiene un azulejo en Pamplona, pero para potra, potra de la de verdad, la de Ellauri.