jueves, 28 de agosto de 2014

La cena



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Cenar por ahí era la manera sesentera de prolongar en Madrid la sobremesa del mediodía. Por eso tiene gracia que Garzón invite a cenar por ahí (¡la cena de Baltasar!), en plan Mario Cabré, a Angelina Jolie para recaudar fondos contra el franquismo.
    
Conviene saber que Franco jamás tuvo noticia de Garzón, a quien echaron de juez, no por hacerle pasar malos ratos a Franco, como él hace creer, sino por intervenir las conversaciones de presos con sus abogados, que no es cosa bonita.

    ¡Cena con Angelina Jolie! Y de carabina, una abuela de la Plaza de Mayo, por si se sulfura Brad Pitt, otro guapo con complejo de chato, como Garzón (o como Orson Wells, que llegaba a Segovia para rodar y había que volver a Madrid porque había olvidado en el hotel sus narices postizas).
    
A mí no me gustan los guapos –ha dicho Mariló Montero, nuestra Angelina Jolie–. Si tuviera delante a Brad Pitt, no me apetecería estar con él.
    
Que las estrellas del cine vengan a España a cenar no ocurría aquí desde los sesenta, cuando las paredes de los restaurantes del centro de Madrid se llenaron de fotos de mesoneros posando con Sophia Loren, que estaba en Ávila rodando “Orgullo y pasión” y un extra le saltó al pecho y… lo mordió.
    
¿Y si Garzón, a quien José García Domínguez saca parecido con el Pijoaparte de “Últimas tardes con Teresa”, consiguiera acercar a Angelina Jolie a Torres, Jaén, su pueblo, como ha hecho Rajoy llevando a Angela Merkel a Santiago?
    
Mas quien aspira a cenar con el vampiro debe aportar su carne, y para una movida tan antifranquista como la cena de Garzón el escenario no podía ser más franquista: alpargatas y bicicletas en las calles, y en los restaurantes, estrellas de cine americanas pagando cenas.

    En fin, que ya veo la foto de Garzón con Angelina y la abuela de mayo junto al mesonero en la pared donde un dedo (¡el dedo de la cena de Baltasar!) habrá dejado escrito:

    –Artículo 51.2 de la Ley Orgánica General Penitenciaria.