Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Lo dijo en 1994 Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza, barón nacido en La Haya, Holanda, en 1921, y fallecido en San Feliu de Guíxols, España, en 2002:
–En España se entiende el arte como en ningún país del mundo.
Ahí está esa Vía Láctea de lo popular que va del “Borriquito” de Peret en Barcelona a la “Macarena” de Los del Río en Sevilla, pasando por el “Torito guapo” de El Fary el Madrid.
–¿Cómo me hace usted una federación con eso, Pedro Sánchez?
–Preveyéndola.
La federación con que disparata Pedro de la Preveyéndola no es más que una rumba bailada alrededor de un jamón, metáfora del naturalista cubano Emilio Bobadilla.
La rumba, después de Peret, sólo puede ser de Peret.
La rumba es el palo ligero del flamenco, esa “música de los que no saben solfeo”, y Peret la barceloneó (el barceloneo fue el siglo de oro de los que en los 70 no tenían oro) hasta convertirla en el baile catalán de Barcelona, muy por encima de la sardana, de cuyo lanzamiento, y por los mismos años diez del veinte en que Bobadilla andaba por España, fuera testigo Julio Camba:
–Algunos naturales del Ampurdán solían reunirse los domingos en cierta calle de Barcelona para bailar la sardana, y los barceloneses se morían de risa contemplando el espectáculo de su futuro baile nacional.
La bohemia de ociosos suspirillos progres incluyó a la rumba (con los toros, el boxeo y el fútbol) en el “Index” de su España negra, y Peret, con arreglo al sino setentero, dejó las patillas y las campanas y se hizo predicador; al caer del caballo camino de Mataró, dejó de fumar, pero el humo, como al Fary, ya se lo había llevado.
El arte es cosa del gusto, como el canibalismo, que para los fidjianos el humano sabe a avellana, y para los canacas, a banana, pero los europeos, por la cuenta que les trae, sostienen que sabe a “insípida ternera (nada que ver con la rubia gallega) con un cierto resabio a cerdo”.
–Un soupçon de cochon –resumirá Ullán.
O mestizaje a la brasa.