SALMONETES... CUMPLE UN AÑO
Un domingo por la noche, en la terraza del bar Marbella de la calle del Príncipe de Vergara, en Madrid, el camarero soltó la frase inaugural:
–Salmonetes ya no nos quedan.
Fue como un relámpago de José-Miguel Ullán, la inteligencia más brillante, por acerada, que uno haya conocido, desaparecido hacía apenas quince días.
Ciertamente, en su libro Visto y no visto, de la colección Es un decir (Ave del Paraíso, 1993), en el capítulo Como lo oyes, que son golpes de magnesio de un mes de junio español, entre un “Ya está Esplá: pasito atrás” y un “Rafael de Paula no se fía ni un pelo del que lo mira”, sobre un lunes, 12, anota la muy madrileña muletilla hostelera:
–Salmonetes ya no nos quedan.
Había que hacer algo con aquel guiño del cielo, y salió este blog, nacido un 17 de junio, festividad de San Besarión, anacoreta de Egipto mendicante y peregrino, como cualquier gacetillero.
El primer vagido de la lengua castellana fue una oración de un monje que estaba en San Millán anotando un sermón de San Agustín (...cono ayutorio de nuestro dueño dueño Christo...), y el de los Salmonetes..., una relación de gracias y desgracias del salmonete que hace Séneca en el libro tercero de sus Problemas o cuestiones naturales.
Que si la gastronomía del salmonete descrita por Séneca explica la vida romana, la lidia del toro interiorizada por todos los genios de la raza explicaría la vida española.
Porque la belleza, nos recuerda Foxá, si no se basa en la crueldad, por lo menos desconoce la misericordia.
Y la casualidad, que es la décima musa, hace que coincida el aniversario de Salmonetes... con la inauguración de José-Miguel Ullán en Lanzarote.