CONTESTACIÓN AFIRMATIVA DE LA JOVEN
(A LA DECLARACIÓN DE UN CANTANTE DE RADIO PUBLICADA AYER)
Buenos Aires, 22 de Abril, 1945
Apreciado Alfredo:
He creído siempre que eso del amor "a primera vista" lo sentían tan sólo los personajes de novelas. Mas debo ahora rectificar esa opinión, ya que, al igual que usted, he sentido, en el mismo instante de verlo, una indescriptible sensación de ternura y melancolía, júbilo y dolor, una rara impresión, en fin, que no acierto a definir sino como amor del bueno.
Aunque he seguido su carrera de artista a través de toda su actuación radial, nunca había tenido oportunidad de escucharlo personalmente. Esa noche (noche que quedará en mi pensamiento como una de las más felices de mi vida), un hecho casual me brindó la anhelada ocasión de satisfacer mi deseo y verlo. Esto sólo ya significaba para mí una gran alegría. ¿Se imagina usted la impresión que experimenté cuando, al verlo aparecer junto al micrófono, pude exclamar: "¡Es como yo lo había soñado!"? ¿Y qué decir de la dicha que embargó mi corazón cuando, después de abarcar con una amplia mirada a la concurrencia, sus ojos se encontraron con mis ojos?
No quisiera engañarme; pero afirmaría que las bellas sonoridades de su voz, que usted maneja con arte tan exquisito, parecían como veladas por una contenida emoción que hacía más subyugante aún el placer de escucharlo. Y aunque temo creer, por lo que representaría de felicidad inmensa, que de esa emoción fuera yo la causa, como me lo dice usted en su misiva, es tal el ansia que siento de que ello sea verdad, que lo creo...
Muchas cosas quisiera decirle, tantas, que no atino a formular ninguna frase que exprese fielmente mi pensamiento. Por ello, renuncio a hacerlo, sirviéndome de alivio a la tristeza (que mi incapacidad epistolar me ocasiona) el pensar que pronto escucharé de sus labios las apasionadas promesas de amor de las cuales su carta es anticipo. Hasta entonces,
Zulema
He creído siempre que eso del amor "a primera vista" lo sentían tan sólo los personajes de novelas. Mas debo ahora rectificar esa opinión, ya que, al igual que usted, he sentido, en el mismo instante de verlo, una indescriptible sensación de ternura y melancolía, júbilo y dolor, una rara impresión, en fin, que no acierto a definir sino como amor del bueno.
Aunque he seguido su carrera de artista a través de toda su actuación radial, nunca había tenido oportunidad de escucharlo personalmente. Esa noche (noche que quedará en mi pensamiento como una de las más felices de mi vida), un hecho casual me brindó la anhelada ocasión de satisfacer mi deseo y verlo. Esto sólo ya significaba para mí una gran alegría. ¿Se imagina usted la impresión que experimenté cuando, al verlo aparecer junto al micrófono, pude exclamar: "¡Es como yo lo había soñado!"? ¿Y qué decir de la dicha que embargó mi corazón cuando, después de abarcar con una amplia mirada a la concurrencia, sus ojos se encontraron con mis ojos?
No quisiera engañarme; pero afirmaría que las bellas sonoridades de su voz, que usted maneja con arte tan exquisito, parecían como veladas por una contenida emoción que hacía más subyugante aún el placer de escucharlo. Y aunque temo creer, por lo que representaría de felicidad inmensa, que de esa emoción fuera yo la causa, como me lo dice usted en su misiva, es tal el ansia que siento de que ello sea verdad, que lo creo...
Muchas cosas quisiera decirle, tantas, que no atino a formular ninguna frase que exprese fielmente mi pensamiento. Por ello, renuncio a hacerlo, sirviéndome de alivio a la tristeza (que mi incapacidad epistolar me ocasiona) el pensar que pronto escucharé de sus labios las apasionadas promesas de amor de las cuales su carta es anticipo. Hasta entonces,
Zulema
Evita
[De una hoja volandera incluida en el libro Con todas las letras, de José-Miguel Ullán]
Vestido de Jacques Fath en seda natural para Evita con
motivo de la celebración patria del 25 de Mayo de 1948 en el Teatro Colón de Buenos Aires
motivo de la celebración patria del 25 de Mayo de 1948 en el Teatro Colón de Buenos Aires