SALVAJES
Chesterton nos dice de un príncipe estúpido lo que bien podría aplicarse a un Bobo Solemne:
-De vez en cuando alivió la monotonía de dicha circunstancia convirtiéndose en un lunático. Y en realidad, resultaba mucho más inofensivo cuando era un lunático que cuando era un estúpido.
El Bobo Solemne no está solo. Dicen que en el Oeste de Madrid se expenden cada fin de semana unas diez mil píldoras abortivas, la mayoría a púberes canéforas que ofrendan (o ponen a remojo) su acanto. Y esta semana nuestra clase política, la misma que no puede reprimir la compasión ante un toro bravo, ha dado su visto bueno a una de las grandes conquistas nazis, que tanto repuganaba al Lenin español:
-El nacionalsocialismo dio más importancia a las cosas que a los hombres -anota Largo Caballero en Mis recuerdos-; consideró que estos eran un obstáculo para su prosperidad material cuando estaban viejos e inútiles para el trabajo y debían desaparecer. Era la mentalidad del salvaje que mataba a los niños y a los ancianos porque estorbaban. Eso, aunque se tengan muchos museos y bibliotecas, es de salvajes.
Ignacio Ruiz Quintano