En la formación del toro de lidia figuran por derecho
propio los nombres de don José Jijón,
que tuvo su vacada en Villarrubia de los Ojos...
CESÁREO SANZ EGAÑA
Historia y bravura del toro de lidia
Espasa Calpe, Madrid. 1958
José Ramón Márquez
Pese a la enorme bibliografía que la tauromaquia ha generado en estos últimos quinientos años, es cierto que no es fácil encontrar publicaciones que sean verdaderamente originales, encontrando muchas que van de la hagiografía a la repetición de lugares comunes o a la mera transcripción de datos, sin analizar las fuentes como es debido.
Personalmente creo que el mayor lugar común de la historia del toreo es ese invento del gran Manuel Chaves Nogales que retrata a Belmonte por la noche en Tablada toreando en bolas, pero hay muchos más.
A falta de un estudio serio de los orígenes de la ganadería brava en España -la gran aportación ganadera española por encima del merino, que fue mejorado por los ingleses-, tenemos cosas parciales y fragmentarias con las que vamos haciendo el puzzle.
Ahora, dos hermanos llamados Candelas y Cecilio Naranjo González han dado a la luz, a través de una interesantísima investigación sobre los linajes de los primeros criadores de toros jijones, un fecundo trabajo que aclara perfectamente la genealogía de los Jijón y deja abiertos caminos para otros investigadores.
Estoy seguro de que la Junta de Castilla la Mancha, que vaya usted a saber lo que andará editando por ahí, no va a disponer de una humilde partida para dar a la imprenta este texto, que merecería una edición en papel como reconocimiento al trabajo bien hecho de sus autores.
propio los nombres de don José Jijón,
que tuvo su vacada en Villarrubia de los Ojos...
CESÁREO SANZ EGAÑA
Historia y bravura del toro de lidia
Espasa Calpe, Madrid. 1958
José Ramón Márquez
Pese a la enorme bibliografía que la tauromaquia ha generado en estos últimos quinientos años, es cierto que no es fácil encontrar publicaciones que sean verdaderamente originales, encontrando muchas que van de la hagiografía a la repetición de lugares comunes o a la mera transcripción de datos, sin analizar las fuentes como es debido.
Personalmente creo que el mayor lugar común de la historia del toreo es ese invento del gran Manuel Chaves Nogales que retrata a Belmonte por la noche en Tablada toreando en bolas, pero hay muchos más.
A falta de un estudio serio de los orígenes de la ganadería brava en España -la gran aportación ganadera española por encima del merino, que fue mejorado por los ingleses-, tenemos cosas parciales y fragmentarias con las que vamos haciendo el puzzle.
Ahora, dos hermanos llamados Candelas y Cecilio Naranjo González han dado a la luz, a través de una interesantísima investigación sobre los linajes de los primeros criadores de toros jijones, un fecundo trabajo que aclara perfectamente la genealogía de los Jijón y deja abiertos caminos para otros investigadores.
Estoy seguro de que la Junta de Castilla la Mancha, que vaya usted a saber lo que andará editando por ahí, no va a disponer de una humilde partida para dar a la imprenta este texto, que merecería una edición en papel como reconocimiento al trabajo bien hecho de sus autores.