DIARIO DE MI ÚLTIMO VIAJE (II)
Kid Chocolate
Yo no me encontraba en la mejor forma y comoquiera que mi primera demostración debía ser buena, Pincho me pidió que hiciera training como si fuera a medirme con un Canzoneri. En verdad, poco me ocupé de la preparación, pues no le di la menor importancia al contrario que me habían escogido esa vez.
El caso es que me presenté (el 15 de Julio) en la plaza de toros de Barcelona no en las condiciones que mi manager deseaba, pero sí lo suficientemente bien para derrotar a cualquier hombre del otro lado del Atlántico.
Cuando subí al cuadrilátero lucía en mis puños dos guantes blancos muy brillosos. Era la primera vez que me los ponía y parecía raro con ellos. Creía que perdería muchos golpes por la molestia que significa el verse las manos envueltas de manera distinta, pero, no obstante, en el curso del combate no me estorbaron en absoluto.
A pesar de que la pelea, señalada a diez rounds, la gané por amplio margen, en los últimos rounds el francés pudo castigarme algo en los planos bajos. Yo me había cansado un poco a causa de mi deficiente entrenamiento y además no me esforcé en deslucirlo.
Nick Bensa boxea mucho, como la mayoría de los pugilistas europeos, pero no tiene punch ni para matar a un mosquito. Todo el tiempo se lo pasa tirando jabs izquierdos y hooks derechos, pero cuando se encuentra con uno que boxea un poquito más, se queda corto en la puntuación, como le ocurrió en su encuentro conmigo.
Este match lo reseñaron los periódicos al día siguiente con amplitud de detalles. Algunos me consideraban ya fracasado en el boxeo y no se explicaban cómo podía haber dado peleas reñidas contra berg, La Barba, Canzoneri y Battalino, pero todos llegaron a la conclusión de que había triunfado con facilidad.
La reacción de Bensa al final bastó para que los periodistas simpatizadores del galo dedicaran artículos llenos de elogios para el hombre que había resistido durante diez rounds al campeón mundial que había realizado tal o cual hazaña en el ring (y entonces mencionaban dos o tres de mis importantes victorias).
Aunque la concurrencia que asistió a esa pelea no fue tan numerosa como se esperaba, los promotores aseguraron que yo había gustado y lo único que hacía falta para llevar más público era ponerme contra un español de cartel.
Se dieron los pasos necesarios para promover el combate deseado. Se mencionó el nombre de José Gironés, pero no hubo quien quisiera garantizar la suma que hacía falta para presentar semejante encuentro.
Se proyectó entonces un combate con el belga Mattchens. este muchacho tenía buen cartel y se creyó que con él podría hacerse una buena "casa". Pincho comenzó a discutir los detalles de los contratos, y días después se firmaba la segunda pelea de Kid Chocolate en Europa.
Yo no me encontraba en la mejor forma y comoquiera que mi primera demostración debía ser buena, Pincho me pidió que hiciera training como si fuera a medirme con un Canzoneri. En verdad, poco me ocupé de la preparación, pues no le di la menor importancia al contrario que me habían escogido esa vez.
El caso es que me presenté (el 15 de Julio) en la plaza de toros de Barcelona no en las condiciones que mi manager deseaba, pero sí lo suficientemente bien para derrotar a cualquier hombre del otro lado del Atlántico.
Cuando subí al cuadrilátero lucía en mis puños dos guantes blancos muy brillosos. Era la primera vez que me los ponía y parecía raro con ellos. Creía que perdería muchos golpes por la molestia que significa el verse las manos envueltas de manera distinta, pero, no obstante, en el curso del combate no me estorbaron en absoluto.
A pesar de que la pelea, señalada a diez rounds, la gané por amplio margen, en los últimos rounds el francés pudo castigarme algo en los planos bajos. Yo me había cansado un poco a causa de mi deficiente entrenamiento y además no me esforcé en deslucirlo.
Nick Bensa boxea mucho, como la mayoría de los pugilistas europeos, pero no tiene punch ni para matar a un mosquito. Todo el tiempo se lo pasa tirando jabs izquierdos y hooks derechos, pero cuando se encuentra con uno que boxea un poquito más, se queda corto en la puntuación, como le ocurrió en su encuentro conmigo.
Este match lo reseñaron los periódicos al día siguiente con amplitud de detalles. Algunos me consideraban ya fracasado en el boxeo y no se explicaban cómo podía haber dado peleas reñidas contra berg, La Barba, Canzoneri y Battalino, pero todos llegaron a la conclusión de que había triunfado con facilidad.
La reacción de Bensa al final bastó para que los periodistas simpatizadores del galo dedicaran artículos llenos de elogios para el hombre que había resistido durante diez rounds al campeón mundial que había realizado tal o cual hazaña en el ring (y entonces mencionaban dos o tres de mis importantes victorias).
Aunque la concurrencia que asistió a esa pelea no fue tan numerosa como se esperaba, los promotores aseguraron que yo había gustado y lo único que hacía falta para llevar más público era ponerme contra un español de cartel.
Se dieron los pasos necesarios para promover el combate deseado. Se mencionó el nombre de José Gironés, pero no hubo quien quisiera garantizar la suma que hacía falta para presentar semejante encuentro.
Se proyectó entonces un combate con el belga Mattchens. este muchacho tenía buen cartel y se creyó que con él podría hacerse una buena "casa". Pincho comenzó a discutir los detalles de los contratos, y días después se firmaba la segunda pelea de Kid Chocolate en Europa.
[Extractos de Ahora, La Habana, 1934]