EL VERBO AMOROSO
En el amor ningún enamorado dice te amo. Se armaría eso que se llama la juerga padre. En mi juventud ya no nos atrevíamos a decir te amo. Pero, al menos, decíamos te quiero. Ya ni eso. El equívoco del te quiero -posesorio o sirviente también para una expresión de deseo- se cambió por me gustas, lo que es rebajar mucho. Y ahora me gustas, si no va acompañado de una vulgaridad, tampoco vale: Me gustas más que el pan frito. Me gustas más que comer con los dedos. Como estas expresiones de imagen popular son, mejor que un modo, una moda, naturalmente pasan y vienen afirmaciones de negro: El estás pocha, el estás que lo tiras, etc. ¿Hasta dónde puede caer el verbo amoroso? A mí, que ya he dejado de ser un señorito para que me elogien el que quedo muy señor, me dijeron no hace mucho que era un sol. ¿Un sol? Bueno, pero nublado. Y hace menos todavía, una de esas chicas encantadoras que se dedican a otoñales, muchas de las cuales se dedicaban antes simplemente al servicio, me dijo tan tranquila:
-¡Qué rico eres, muñeco!
¡Hombre, Maruja...!
MIEDO "A BASE DE BIEN" / CÉSAR GÓNZÁLEZ-RUANO
Ignacio Ruiz Quintano
En el amor ningún enamorado dice te amo. Se armaría eso que se llama la juerga padre. En mi juventud ya no nos atrevíamos a decir te amo. Pero, al menos, decíamos te quiero. Ya ni eso. El equívoco del te quiero -posesorio o sirviente también para una expresión de deseo- se cambió por me gustas, lo que es rebajar mucho. Y ahora me gustas, si no va acompañado de una vulgaridad, tampoco vale: Me gustas más que el pan frito. Me gustas más que comer con los dedos. Como estas expresiones de imagen popular son, mejor que un modo, una moda, naturalmente pasan y vienen afirmaciones de negro: El estás pocha, el estás que lo tiras, etc. ¿Hasta dónde puede caer el verbo amoroso? A mí, que ya he dejado de ser un señorito para que me elogien el que quedo muy señor, me dijeron no hace mucho que era un sol. ¿Un sol? Bueno, pero nublado. Y hace menos todavía, una de esas chicas encantadoras que se dedican a otoñales, muchas de las cuales se dedicaban antes simplemente al servicio, me dijo tan tranquila:
-¡Qué rico eres, muñeco!
¡Hombre, Maruja...!
MIEDO "A BASE DE BIEN" / CÉSAR GÓNZÁLEZ-RUANO
Ignacio Ruiz Quintano