Bruno Bauer
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
En el proceso de conversión de Madrid en Nación, nos preguntamos qué es una Nación.
–Una comunidad de carácter sobre una comunidad de destino: el carácter nacional es el conjunto de las cualidades físicas y morales que distingue a una nación de otra –dijo Bruno Bauer, “el otro granuja” (con Max Stirner, a quien Ortega rapiñó el concepto de “circunstancia”).
La doctrina del carácter, según mi ensayista, se había usado en el XVI para atribuir al lugar de nación el carácter personal de los soldados de los tercios en Flandes, después Furia Española de Belauste en Amberes, con su “¡A mí, el pelotón, Sabino, que los arrollo!”
–Impregna la literatura catalanista desde el original Pacto de Tortosa, 1869, hasta la República Independiente de Maciá (1928), pasando por ese tratado psicológico que es el Memorial de Greuges, 1885, y por la discriminación lingüística que introduce Prat de la Riva en las Bases de Manresa, 1892.
El carácter sería luego adoptado por el fascismo italiano, de lo cual no tiene culpa Bauer, y ahora por el madrileñismo del Bernabéu y de la Puerta del Sol. “Este equipo no pincha porque tiene carácter”, dice Ancelotti. Somos “la España con ganas”, dice Ayuso, que distingue con una medalla al carácter a Savater, “filósofo cazador de leones” (¿leones en Madrid? ¡bueno, a Aguirre el pijerío le decía Clarence, de “Clarence, the Cross-Eyed Lion”), que cazó el de la “rebeldía de Estado” en una “Nación Rebelde”:
–Somos rebeldes, y estos reconocimientos representan la rebelión del trabajo y el esfuerzo contra la mediocridad. Eso es lo que representa la Comunidad de Madrid.
Me acordé de lo de Ullán y la respuesta del chileno Lafourcade a las campañas millonarias de su gobierno para el Nobel de Nicanor Parra y José Donoso:
–No me gusta que el Estado envuelva en homenajes a sus intelectuales, porque esto nunca es gratuito, como lo señala el proverbio árabe que dice: “¿Por qué me humillas con tu generosidad?”
Madrid es una rebelión Jeanette/Manuel Alejandro.
[Sábado, 7 de Mayo]
