Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Rectificar es de gallegos (sabios para el vulgo), y Feijóo ha rectificado a Bendodo en lo de “España, nación de naciones”, que tiene, el hombre, nombre de pájaro extinto, dodo, aunque Bendodo seguirá, porque después de cuarenta años tampoco es cosa de que la derecha se ponga a prescindir de los bocachanclas en su partido.
Pero la rectificación táctica de la Nacionalidad de Feijóo no es la rectificación estratégica de la República de Ortega. Feijóo rectifica como los malos picadores en Las Ventas, cuando por temor a la bronca del público rectifican el primer puyazo en la penca del toro y lo pegan en el morrillo.
–¡Picador! ¡Qué malo eres! –le grita el tendido a coro.
En realidad Feijóo, que representa el oportunismo socialdemócrata del Régimen, como Groucho, dispone de un discurso para cada ocasión, según los gustos, que es el secreto para durar, y de él se puede decir lo que Russell dice de Leibniz: “Tenía, ciertamente, las virtudes que desearíamos encontrar en un informe sobre un empleado en perspectiva: laborioso, económico, sobrio y honrado en cuestiones de dinero”, pero…
Demasiados peros. La mejor filosofía de Leibniz no era apropiada para ganarle popularidad, y dejó los papeles en que la recogía inéditos en su pupitre: “Lo que publicó estaba destinado a obtener la aprobación de los príncipes y de las princesas”. ¿Era gallego Leibniz? No, era oportunista.
–Así que hay dos sistemas filosóficos representativos de Leibniz: uno, que él proclamó, era optimista, ortodoxo, fantástico y superficial; el otro, secreto, era profundo, coherente y asombrosamente lógico.
El Leibniz popular inventó la doctrina de que éste es el mejor de los mundos posibles, igual que Feijóo repite, camino del “Estado Compuesto”, que el de las Autonomías es el mejor de los Estados posibles.
–Y en el cual todo es un mal necesario –fue la sardónica coletilla del galés Bradley para Leibniz, que tan ricamente sirve para Feijóo. Las que entran por las que salen.
[Jueves, 19 de Mayo]