Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Un chiste que nos hacían los frailes en el internado era el de un Jesús tan humilde que, pudiendo nacer en Bilbao, nació en Belén. Pero el evangelio lucano nos aclara que Jesús nació en Belén con motivo de un viaje de María y José para empadronarse en un censo romano por un edicto de César Augusto.
Desde Augusto no se hablaba tanto de un censo como ahora con el empadronamiento de Macarena Olona en Salobreña, el pueblo donde anduvo de recaudador Cervantes y cuya alcaldesa, socialista de “la Psoe”, ha roto en beata pemaniana.
Para Pemán, España estaba defendida por los Pirineos y por las beatas, y a las beatas, según le tenía dicho D’Ors, “conviene escandalizarlas de quince en quince días”. La típica beata pemaniana era aquélla que en tiempos de Primo había bordado un banderín y en tiempos de Gil Robles había copiado un censo. ¡Un censo! Es decir, una lista de vecinos.
–Ama a tu vecino como a ti mismo, y a tu patria más que a ti mismo –fue el resumen, recogido por Hannah Arendt, de lo que para Jefferson constituía la esencia de la moralidad privada y pública, santo y seña, al parecer, del socialismo de Salobreña, donde un vecino, de acuerdo con la etimología anglosajona que nos recuerda Scruton, es alguien que “construye al lado”.
En un país de cuneros, ya sabemos que el lío de Olona con el padrón de Salobreña sólo puede ser una triquiñuela electoralista propia del antequerano Romero Robledo, que hoy se pondría colorado si tuviera que recurrir a una cosa así en un Régimen que se pasa por el forro de la Constitución (con todo el mundo mirando, sin mover un dedo) el confinamiento ilegal de la población, y en una región cuya Autonomía salió de un referéndum que no salió, pero que se arregló saltando sobre la Constitución con un consensete (“se optó por reformar ad-hoc una Ley Orgánica para dejar sin efecto un precepto de una Ley de rango superior, la Constitución Española”, dice la Wikepedia) que dejó al mundo admirando la creatividad de nuestros jurisperitos.
[Martes, 24 de Mayo]