Abc
Cuando murió Alfonso Paso (comediógrafo, yerno de Jardiel), su amante, con el puño en alto, gritó en la capilla ardiente: “¡Yo también te saludo!”, mientras en la calle el público cantaba el “Cara al sol”.
Paso conoció a Churchill en la Costa Azul, donde le dijo: “Hay dos cosas que los ingleses nunca podremos tener: una es el Mediterráneo, y la otra, ese endiablado Real Madrid.” El comediógrafo aclaró que él era del Atlético, y Churchill repuso: “Eso revela su educación inglesa. Hay que ponerse las cosas difíciles.”
El Madrid ha sido un elefante en la cacharrería de la Premier (¡una venganza florentina por lo de la Superliga!): Chelsea, City, y en cola, Liverpool. Sus remontadas resultan churchillianas: su factor psicológico está en la distorsión espaciotemporal que produce en el visitante del Bernabéu el contraste de los himnos. Primero, el de la Décima, que es como de boda en El Bierzo (antes de acometer La Conga, baile que aprovechan algunos novios para fugarse), y luego, el de la Champions (Britten/Händel), que es como de ópera en Viena, tumba de Karl Kraus, cuyo oído, según Steiner, era tan agudo que captó en la ampulosidad y lo “kitsch” (¡esos himnos!) el falso lirismo y el “basso ostinato” del inminente desastre.
Pero Guardiola no es Karl Kraus. Guardiola ha tenido en su mano ahogar al rampante nacionalismo madrileño, dándole a la “rauxa” del Atlético de Almeida y al “seny” del Real de Ayuso, mas el Bernabéu no es el Wanda.
Toda la literatura patriótica de nuestros pésimos escritores se agarra hoy al madridismo/florentinismo, que con su Bernabéu/Guggenheim y su Camavinga/Pulp Fiction da salida a algo con lo que suplir la pérdida de sentimientos de identidad nacional en una juventud condenada a “la insoportable soledad moral de tener que vivir en un ‘país’ sin historia”. Porque hay dos cosas que los ingleses nunca podrán tener, el Mediterráneo y el Real Madrid. Lo del Mediterráneo, con Sánchez, podría arreglarse. Lo de este Real Madrid, no. Es el nacionalismo madrileño.
[Viernes, 6 de Mayo]