jueves, 5 de mayo de 2022

El primero que se fijó en Camavinga (2019)

 


 

DIGNO HEREDERO DE REDONDO


(7 de octubre de 2019)


Hughes

Abc

No es habitual que un joven de 16 años lidere el centro del campo en una liga importante. Pero eso es lo que hace Eduardo Camavinga en el Rennes. Tampoco es normal que con esa edad fuera el hombre del partido contra el PSG, el hombre del partido contra el Olimpique de Marsella y que la semana pasada, al jugar contra la Lazio en Europa League, el diario L’Equipe le diera la nota más alta de su equipo.
 

Francia es ahora mismo la gran cantera europea, el país campeón del mundo, y no faltan los jóvenes prometedores en la Ligue 1, pero puede que Eduardo Camavinga sea la aparición más extraordinaria desde Mbappé. En agosto fue declarado el jugador del mes en su liga, algo que nadie había logrado con esa edad.


Camavinga nació en Miconge, una pequeña aldea cerca de Cabindas, en Angola. Su madre es de allí, su padre del Congo y congoleña es su nacionalidad, aunque la Federación Francesa acelera los trámites para que a principios de 2020 pueda jugar con los 'bleus'. Emigraron a Francia cuando tenía dos años y comenzó a jugar al fútbol en el AGL Drapeau Fougeres, un equipo de quinta división donde fue visto por ojeadores del Rennes, club de reconocida cantera. Allí tiene contrato hasta junio de 2022 y no es mal sitio para formarse; de La Piverdiére, su complejo deportivo, han salido recientemente jugadores como Wiltord, Gourcuff, M’Vila, Bakayoko o Ousmane Dembelé.
 

Camavinga comenzó a entrenar con el primer equipo la pasada temporada y al fina de ella ya era titular. El más joven en las cinco ligas más importantes. Toda Europa observa. Andrés Villas-Boas, entrenador del Marsella, lo reconoció públicamente. En una rueda de prensa contó que se quedó deslumbrado al verle jugar y preguntó por él a Zubizarreta, su director deportivo. ‘Zubi’ le informó de su precio, 40 millones de euros. Con apenas quince partidos jugados, su valor ha subido. Villas-Boas elogió también su capacidad para jugar en cualquier posición, aunque Camavinga sea mediocentro.

Tiene lo que se conoce como 'jerarquía'. Ha jugado como mediocentro defensivo en un 4-4-2 y ahora en un 5-3-2. Puede compartir el pivote, ser la referencia única y colocarse de interior. Su juego no es estático, sabe ir y venir, tiende al 'box to box'. Su 'mapa de calor' se extiende por todo el campo y aunque pisa menos el área, también es capaz de hacerlo. Corre y conduce bien el contragolpe. Pasa bien a media distancia y mueve al equipo de banda a banda.

Camavinga parece el hijo que hubieran tenido Fernando Redondo y Clarence Seedorf. Del primero tiene la zurda cerrada y, sin llegar a la altivez retadora de 'El Príncipe', su arranque. El desborde, el regate, la capacidad de 'superar la línea'. Transmite madurez y hasta flema al sacar la pelota. Su intuición se percibe también en defensa, en algunos robos de balón. Viene promediando cinco por partido, pero es un rasgo que irá fortaleciendo. Mide 1,82 pero está en proceso de formación física. No obstante, no rehúye el 'tackling'. Mejorar la contundencia y el juego aéreo son tareas pendientes.
 

Se ha rumoreado el interés del Real Madrid. El jugador cumple el perfil de la nueva política de fichajes del club y presenta un aliciente adicional de orden estético y sentimental: recuerda a Fernando Redondo. Cuando nació, el argentino estaba a punto de retirarse. Camavinga no pudo verle jugar, pero en determinados lances su fútbol parece un homenaje. Los nostálgicos de Redondo pueden dejar Youtube y ver los partidos del Rennes.