lunes, 16 de mayo de 2022

El pelotazo blanco

 


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    En la grande polvareda del pasillo al campeón se nos pierde el Don Beltrane del Gran Pelotazo Blanco: la Champions 2022.


    El pasillo al campeón no vale una controversia: si a ti te dicen “fair play” y tú entiendes “humillación”, el problema es de tu inglés, es decir, de tu educación, y de lo demás que se ocupen los psicoanalistas, que nunca van a faltar argentinos, empezando por El Vaticano.


    –Ya no habrá más tiempo –amenaza el Ángel del Apocalipsis.
    

Menos para el Madrid, que siempre dispone del último minuto. Pero es que en el Madrid todos los prodigios son apocalípticos.
    

Los cabalistas de Twitter avisan de que cada año que el Betis gana la Copa del Rey y el Liverpool gana la Champions, cae un Papa. 1977: Betis-Athletic (la de la batalla de Gamonal en Burgos, al regreso de los hinchas del Bilbao), Liverpool-Borusia y, al año (tomémoslo como una cábala con descuento, como los partidos del Real), Juan Pablo I. 2005: Betis-Osasuna, Liverpool-Milán y… Juan Pablo II. 2022: Betis-Valencia y Liverpool-Real Madrid, sólo que Bergoglio no parece supersticioso.
    

En Liverpool, Salah pidió al cielo que le concediera una final con el Madrid, y el cielo oyó sus ruegos. A tal premio ayudaron los chamanes africanos, de dar crédito a Dimitri Seluk, agente de Yayá Touré, que chocó con Guardiola cuando Guardiola ejercía de Gandhi de Sampedor. Según Seluk, los dioses lo ven todo: “Guardiola se tiró a toda África contra sí mismo cuando decidió echar a Yaya Touré. Tengo la certeza de que los chamanes africanos en el futuro no van a permitir que Guardiola gane la Liga de Campeones. Esto será para Guardiola una maldición africana. La vida mostrará si estoy en lo cierto”. Lo dijo en 2018. Su City, con todo a favor, cayó en dos minutos de impotencia paranormal en el Bernabéu, quedándose nota en el banquillo, con una cara retratada por Grillo Carlista en un tuit:
   

 –Imagina ser Pep Guardiola. Te crees que has inventado el fútbol. Todos tus jugadores, incluidos tus suplentes, cuestan entre 50 y 150 millones de euros. Le metes cinco al Madrid en el global. Y aun así estás perdiendo la eliminatoria contra Nacho, Vallejo, Ceballos y Lucas Vázquez.
    

En este mismo estadio, otoño de 2012, el Madrid de Mourinho remontó en el instante final al City con un gol de Cristiano Ronaldo que retrató a Casillas, tieso y con cara de palo, actitud incomprensible hasta que el periodismo de investigación nos informó de que el Pasmo de Móstoles (“yo no soy galáctico, yo soy de Móstoles”) tenía la cabeza en otro lado, pues había un niño enfermo en Polonia que tenía en un sinvivir al portero, y también porque habían robado en la iglesia de Navalacruz, en Ávila, una talla de la Virgen que absorbía la devoción del cancerbero, que entonces todavía se le podía llamar así a un portero.

 
    –¡No les marques gol! ¡Es una p… trampa! –le dice Guardiola a Klopp en un meme soberbio.
    

Si el Real Madrid ganara en París al Liverpool, habría redondeado el mayor pelotazo publicitario para el fútbol que se recuerda. El fútbol venía siendo un espectáculo secuestrado por los matemáticos y los poetas, la trigonometría de vaca Clarabella de Álvaro Benito y las metáforas “benedettinas” de Valdano, un muermo insufrible que trató de sepultar al madridismo de Mourinho, cuyo récord imbatido de goles queda impugnado por haber sido logrados por la técnica del contrataque. Este palique de verbalistas de café “boomer” estaba echando a la gente joven del fútbol (una de las razones de la Superliga), y de pronto llegó el Real Madrid y mandó a parar. Frente a la escuela alemana, que después de todo sólo ofrece teoría de conjuntos (en la cual Guardiola se postula como su Georg Cantor), el madridismo de las remontadas ofrece emociones, “A Thrill A Minute”, donde el estilo es lo que fue siempre, ganar, ganar y ganar. Perder es para Xavi, que prefiere perder los títulos a perder el estilo que necesitaba de Obrevo para hacer faena. Cuando Kroos dice de su Real Madrid “este equipo es una p… broma”, es un alemán que echa de menos la mecánica alemana descrita por Lineker: “Fútbol es un deporte inventado por los ingleses que juegan once contra once y que siempre gana Alemania”. Por eso Kroos es el jugador que más desentona en el Madrid loco del 2022 que se ha ganado a la afición mundial en tres eliminatorias para la historia, de una importancia, a efectos publicitarios, equiparable (por la dimensión de las redes sociales) a las cinco Copas de Europa consecutivas. Es lo que Peter Drury llama “The Team of Dreams”.

 


CEFERINO EL PUEBLERINO


    El Rubiales de la Uefa es otro “Kalbo”, Ceferino, un demagogo de libro para quien “el Barcelona es el equipo del pueblo”. ¿Y el Madrid? De los militares no puede ser, porque ése era el Atlético. ¿De los curas? Tampoco, pues Florentino quitó la cruz del escudo. ¿De los señoritos? No parece muy de señoritos remontar en los descuentos, con la paliza que hay que darse hasta el final. Para Ceferino es “populismo” llamar clubs-Estado a los clubs-Estado (justo los tres eliminados por el Madrid), y él los defiende (aquí le sale el Rubiales que lleva dentro) porque “pueden financiar el fútbol juvenil y femenino”. Por Dios, las mujeres y los niños primero. Como en Catar. 

[Lunes, 9 de Mayo]