Francisco Javier Gómez Izquierdo
El caso De Gea quiere venderse como un conflicto diplomático de los tiempos del telón de acero y no como lo que es: una operación frustrada entre mercaderes orgullosos, envalentonados hasta el ridículo para al final firmar unas tablas afrentosas. Esta mañana en “el curro” todo el mundo sabía lo que había pasado entre Madrid y Manchester y cada cual soltaba su extravagante teoría hasta desembocar en una casi unanimidad sobre el gran culpable del desencuentro: Van Gaal.
Hace años el canal plus se estuvo choteando del entrenador holandés hasta convertirlo en caricatura y ésa es la imagen que se tiene de don Louis en España: la que picapedrearon los amos del fútbol que para ello eran los amos.
No tengo ningún reparo en renovar mi fe en Van Gaal. Cuanto más le atacan más me solidarizo con la libertad de su espíritu y su desprecio por la hipocresía. Nadie recuerda aquel Ajax juvenil al que hizo campeón de Europa con un fútbol que introdujo en Barcelona y del que recogieron la cosecha Rijkaard y Guardiola. ¿Quién apostó por el extremo Puyol y lo puso de defensa? ¿Quién por Valdés o ése Xavi inmortal al que los gurús despreciaron cuando lo vieron aparecer -“..no tiene llegada, no va al choque, es chiquito, no es Guardiola..”- ? ¿Quién se inventó al Muller depredador o apostó pro el lateral Álaba? ¿Que decir de ese Depay al que se llevó al Mundial por su bendita cabezonería? ¿Quién limpió el Barça de señoritos acomodados en su propia gloria? A pesar de todos estos antecedentes... el Manchester no es de Van Gaal. El Manchester es propiedad de una familia de apellido Glazer de la que no hay constancia que discutiera nada con Rafael Benítez, pero el español siempre tiene claro a quién culpar de todo lo malo que le pase.
Es cierto que Van Gaal se puso riguroso con De Gea. Creo que era su obligación. Si el chico, aconsejado por sus representantes, estaba con la cabeza en otro sitio, lo justo es no contar con él, a pesar de tener que encomendarse a Romero, un mediocre con suerte en los contratos, sin olvidar que creo que aún no ha nacido el que pisotee la dignidad de Van Gaal.
Se reprocha al entrenador holandés -al que incomprensiblemente la prensa pone a boxear con Florentino- que entorpeciera la salida de uno de sus mejores jugadores y se aplaude a Florentino por no dejar salir a Sergio Ramos, por lo que uno ya no sabe si la rectitud y firmeza en los comportamientos tiene que ver con la geografía o la querencia animal.
De todos modos, y a pesar del guirigay, la cosa ha quedado como convenía a Manchester y Real Madrid. De Gea en el Bernabéu, caro, colchonero e indolente, amenazaba un nuevo cisma, mientras Keylor en Manchester podría convertir el inmaculado merenguismo en un frenesí de nuevos diablos rojos.
No quiero imaginar el follón que se hubiera liado en octubre si al De Gea madridista la fatalidad lo lesionara por seis meses. Por fortuna, en octubre nadie se acordará de este 31 de agosto. Bueno, sí. De Gea, que va a tener que aguantar a Van Gaal, ese ogro reconocido en los mentideros españoles.