Cataluña
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Todo el mundo ve en Rajoy al zorro de Hannah Arendt, tan falto de astucia que era incapaz de distinguir entre una trampa y una madriguera.
¿Qué es el 27-S? ¿Trampa o madriguera?
Parece natural pensar que, en un país donde unas municipales trajeron una “República de trabajadores”·(?), unas regionales traigan una “República de catalanes” (?), pero todo indica que, de momento, no se llegará tan lejos, y la mueca de Rajoy es la del gato que se ha merendado la cena, en expresión picaresca de Villarroel que usa María Soraya.
El Mundo de la Cultura no dará culturalmente para un graduado escolar, pero, en misión de propaganda, ya ha salido en el periódico global a batir el pastel consensuado con la crema pastelera del “federalismo” (el surtido de ibéricos, que teoriza Ian Gibson).
Como nadie sabe qué sea federalismo (ni Nación, ni Estado, ni Gobierno, ni Constitución…), se reforma la Constitución para reconocer por escrito la superioridad racial de unos españoles (que ya no pagarán) sobre otros (que seguirán pagando), se dice que eso es federalismo y se presenta como una victoria del diálogo (“el lunes, a dialogar”, dice Margallo), pues los catalanes que se iban a separar de derecho ya sólo se separarán de hecho. Cuantas más papeletas junten mañana los sediciosos, mayor papelón harán el lunes los maceros del diálogo y la Centralidad (?). Y con el glamour lampedusiano de cambiar algo para que todo siga igual, España habrá inventado el golpe de Estado constitucional, mejorando lo que Naudé desarrolló en sus “Consideraciones políticas sobre los golpes de Estado”, que incluyen un elemento religioso (en Cataluña serían tres: sor Teresa, sor Lucía y el pastorcillo Novell), así como una víctima propiciatoria para salvar el bien común, o sea, el Mas, que desaparecerá en una isla del Caribe como Matty Walker (Kathleen Turner) en “Fuego en el cuerpo”.
Y, como decía Porky en los cortos de la Warner, eso es todo, amigos (“Th-th-that's all folks!”).