Duelo de titanes en el 77
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Tiene dicho David Vidal que un portero no es un futbolista. Un portero es un especialista al que no se le puede dar un balón de oro porque el fútbol se juega con los pies y no con las manos.
No será un servidor quien quite la razón al gaditano nacido en Galicia, pero es justo reconocer que desde que Cruyff inició la reconversión de los guardametas con aquel Carlos Busquets siempre de pantalón largo y aquel Angoy yernísimo al que lo que le gustaba de verdad era el rugby, los porteros han ido adquiriendo técnica y visión de centrocampistas, hasta llegar a Neuer, en la actualidad lo más perfecto para un servidor, en materia de cancerberos.
A Cruyff, siempre Cruyff, nunca le han gustado los porteros y menos de la especie Zubizarreta, al que culpó de aquella humillación ante el Milán y hasta creo que preferiría un fútbol sin manos, en el que cualquier jugador defendiera el arco, pero con los pies. Lo sospeché cuando en una entrevista afirmó que su portero preferido era Gilmar -ya ven, un portero brasileño- por “la dulzura del nombre”.
Sobre todos los porteros a mí me marcó Arconada. Antes, Iríbar y su tranquilidad vestida de negro, pero en las temporadas triunfadoras de la Real Sociedad me tocó vivir en Loyola por los deberes militares y como quiera que ennovié con donostiarra estuve dos años acudiendo al viejo Atocha con un carné que me proporcionó un cura castrense con el que hablé mucho de fútbol durante 1980, el año más asesino de la democracia, 81 y 82. Luego partí peras con aquella santa, pero no perdí la devoción por Arconada hasta el punto que busco en los nuevos porteros lo que les asemeje al canon guipuzcoano. Puede que esté equivocado -seguramente lo esté-, pero desde aquel tiempo no he visto a nadie que lo supere.
Es indudable que son muchos los porteros extraordinarios que han lucido desde los 80 hasta este 2015: Buffon, Van der Saar, Casillas, Paff, Khan, Zoff, Schmeichel, Schumcher, el más fiero de los cancerberos... e incluso Barthez, que siempre me ha parecido mejor de lo que contaban los que no lo veían mandar en el área. Los extravagantes Higuita y Chilavert tuvieron su aquél, pero a pesar de atesorar más técnica futbolística que muchos de sus compañeros delanteros, para mí nunca fueron de fíar y el espectador esperaba un error de cualquiera de los dos en cualquier momento del partido. Inolvidable el insólito caso del chileno en La Romareda marcando de penalty y el empate de Goikoetxea mientras un Chila enloquecido regresaba al área celebrando su tanto.
Cuando De Gea empezaba en el Atleti, leí que era un tranquilote de padre y muy señor mío. Que en una ocasión se quedó dormido encerrado en el vestuario y que los padres aún no habían podido corregir su pachorra. El detalle podía considerarse bueno..... y malo. Según.
De Gea no va a ser nunca Arconada. Ni Khan, ni Buffon. Pero podría haber superado a Van der Saar y Schmeichel, sus antecesores en el Manchester. De Gea eligió el club ideal para progresar como profesional y como persona, pero alguien le ha aconsejado mal y le está haciendo mucho daño. De Gea iba camino de convertirse en un mito en Inglaterra por su temple, técnica, colocación y sobre todo tranquilidad, pero se ha olvidado que a los porteros legendarios no les es permitido cambiar de patrón como de camisa. Los porteros nómadas generan desconfianza. Propia y ajena.
¿Y Keylor Navas? Con Keylor me pasa como con Esnaola, al que también tengo en mis particulares altares. Son profesionales desde que se levantan hasta que se acuestan y después todo el día. Elegantísimos en su discreción, se hacen respetar por los que les rodean ante los que se les agranda un aura mágico con sus comportamientos. Además los dos son hombres de Dios, al que rezan y agradecen tantos bienes como les ha dado. Esnaola preguntaba por la parroquia más cercana al hotel donde se hospedaba el Betis cuando jugaba de visitante y se iba solo a misa. Como Keylor, con dedicación y trabajo y sin culpar a los elementos por su ninguneo, al final pudo con el mito que significaba Iríbar. Fue en la primera final de copa del Rey en una tanda de veintitantos penaltys. Fue la final de los guardametas. Esnaola batió al Chopo en su lanzamiento y paró el último penalty que no tuvo más remedio que lanzar Iríbar. Su Majestad coronó como campeón de Copa al Betis de uno de los mejores especialistas en la portería que haya dado el fútbol español.
Arconada, Iríbar, Esnaola, Urruti, Artola... Hubo un tiempo que sólo los vascos podían ser porteros de garantía.
Keylor, que es de tierra que cría especies raras, es creyente y rezador, sabe que el 31 de agosto es el día de San Ramón Nonato, un santo español al que los ángeles le cuidaban las ovejas. Está convencido de que no le va a abandonar... y yo que me alegro.