La comedia de los horrores
(A la izquierda, Boris Karloff)
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
En Madrid todo el mundo cree (incluido Pedraz, el juez que emocionó a Spielberg con un auto sobre el humor negro) que Guille Zapata es un espíritu burlón por su metáfora del cenicero.
–¿Cómo meterías a cinco millones de judíos en un 600? En el cenicero.
La abuela Carmena, que anda por este Ayuntamiento de Pdr Snchz como el abuelo Amos Hinchley por “La comedia de los horrores” de Tourneur, debió de quedarse sólo con la última palabra (como le pasaba en la película a Boris Karloff con las discusiones de su yerno Vincent Price), pues leo que repartirá ceniceros por Madrid para evitar las colillas en el suelo, ahora que Mariano nos ha sacado de la crisis y ya no hay pobres que las recojan.
(Ceniceros… y limpiones voluntarios. Ayer dejé la compra en un banco para abrir el portal y, cuando me volví, una “voluntaria” como la alcaldesa estaba tirándome las bolsas a la basura.)
Un amigo que cree que Zapata, “torrebruno” del Holocausto, se burla de los madrileños me lee el seguimiento tuitero que el ilustre concejal hizo de la tormenta del día 30: “Que empiece a llover ya, ¿no Madrid?” “Dos árboles caídos en Fuencarral altura Ganapanes. Gracias vecinos/as por la info”. “Precaución con terrazas, coches y árboles. La tormenta lleva polvo por lo que cuidado con los ojos. Y no asustarse”. “En serio, precaución con el viento y con los coches”.
Pedraz vería en ello a Aristófanes escribiendo “Las nubes”.
Mi amigo ha visto reflejos de las famosas (¡y sibilíticas!) metáforas meteorológicas de Primo de Rivera para explicar la Dictadura.
Y uno sólo ve a un espíritu pícaro jugando a Giuliani en la Zona Cero: un Giuliani español, pequeñito, salado, haciendo bajo un nublo el paripé municipal que exige su nominilla del Estado con derecho, en caso de necesidad, a solicitar anticipos al habilitado, mientras su jefe, Pablemos, el doctor de la Complutense, explica a sus alumnos la teoría de la relatividad de Newton a raíz de la caída de una manzana.