jueves, 17 de septiembre de 2015

Ibéricos

Katie Johnson


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

La alcaldesa de Madrid desea acoger refugiados en su chalé (¡cómo le gusta a esta mujer jugar a Katie Johnson en “El quinteto de la muerte”!) y, habiendo sido jueza, dice que, “en este país”, a ella la encantaría “una federación de estados ibéricos”.

Vamos, lo que en los mesones de la cabecera del Rastro llaman “un surtido de ibéricos”, pero en derecho constitucional.

¿Por qué “federación” y no “confederación”?

Carmena no sabe la diferencia, pero seguramente sea que “confederación” le suena a Kentucky, bourbon o rocanrol, y “federación”, a Mujeres Progresistas.

Y para estas cabezas jurídicas, ¿qué más da “ensamblar las piezas de un puzzle, a fin de formar un cuadro, que coger un cuadro y hacerlo añicos, al objeto de crear un puzzle”?

Se coge un cerdo y se le castra –arrancaba una receta de la Pardo Bazán.
Se coge a España y se la federa. Esto se hace convirtiendo a sus diecisiete autonomías en otros tantos estados independientes (con todos sus poderes) mediante solicitud de independencia de España, automáticamente concedida a fin de que, cuanto antes, procedan a solicitar la anexión a la “federación de estados ibéricos”, una cosa más variada que la confederación de cuatro naciones que en el 77 propuso mosén Xirinacs. Y todo para que cuatro progres viejos (todo lo progre es viejo) no tengan que decir “España”, pudiendo decir “federación”, si hablan de política, y si hablan de fútbol, “la Roja”.
Tenemos el cerebro hecho polvo –le ha dicho a Hughes Gustavo Bueno.
La misma alcaldesa se dice catalanista porque una vez, aburrida de luchar en Madrid contra Franco sin que Franco se diera por aludido, decidió refugiarse… en Barcelona, donde quizás reinase Guifré el Pilós, pero que era (vista por Bergamín en el 58) la ciudad más franquista. Tan franquista era el obreraje, que los del Psuc, en contra de lo de Marx, Lenin y Stalin sobre conciencia de clase, se aliaron a la burguesía separatista para poder darle al “pan tumaca”.