sábado, 31 de mayo de 2025

Saramagología



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


El racionalismo nació, qué le vamos a hacer, de un mal sueño: el que tuvo Descartes la noche del 10 de noviembre de 1619, a raíz del cual concibió su Método. Saramago, que va de racionalista, carece de Método, pero tiene un Nobel y el don portugués de la exageración.


Yo creo que la vez que más cerca ha estado Saramago de la razón fue el día 11 de marzo de 2004, cuando declaró “no tener ninguna duda” de que la autoría de la matanza en los trenes madrileños correspondía a la Eta. Lo que pasa es que, progresista al fin y al cabo, no pudo resistirse a la tentación de adornar su certeza con un puñado de mala literatura: “Es un atentado cobarde, pues ataca a las capas populares que se levantan a las cinco o a las seis de la mañana para ir a trabajar.”


He aquí una de esas cosas que ya no dicen ni los “hooligans” del “Juan José”, pero, en pura saramagología, ser escritor es disparatar: Yenín es Austwitz, el jersey de Evo Morales –ese jersey de Freddy Krugger pasado por Ruiz de la Prada– es “histórico” porque choca con “la soberbia estúpida de los pueblos civilizados”... Y el último grito: “No soy creyente, pero es que no entiendo cómo alguien puede creer en Dios con los avances actuales...” Ya lo avisó Nietzsche: “Si Dios ha muerto, todo está permitido.” Incluida, naturalmente, esta saramagosa explicación de la existencia: “Cuando llegue mi hora, entraré en la nada, me disolveré en átomos y... ya está, como hizo mi perro hace dos meses...” Es, en fin, la aportación de Saramago a la teología de la liberación alentada por el comandante Chávez para “inventar el socialismo del siglo XXI” por medio de dos “insumos históricos”: las ideas de Marx y Engels y la obra de Jesús.


Pero ¿a qué puede referirse Saramago con “los avances actuales”? ¿A los libros de Pepe Rodríguez? ¿A la oveja Dolly? Peter Sloterdijk afirma que, desde la publicación de la noticia, en febrero de 1997, de la oveja clonada, “nada ha sido ya igual en las cabezas de los hombres”, porque “la asociación entre Dios y cordero interpela al inveterado imaginario europeo”:


Cuando leemos que en Bizancio los hombres vagaban por las calles discutiendo por asuntos tales como su identidad o parecido con Dios, no parece absurdo pensar que en torno al año 2000 los hombres están manifestándose por defender sus ideas acerca de su identidad o parecido con el hombre.


Pero estas intelectualidades nos alejan de Saramago, claro.

Feria de San Isidro. Evaluados los méritos aportados a lo largo de la tarde, la calificación sobre Marco Pérez: No Apto. Márquez & Moore

 

 

JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ

 

Cuando se dieron a la publicidad los carteles de la Feria de San Isidro 2025, allá por el mes de febrero, fue motivo de comentario el one-man-show que le habían preparado al novillero Marco Pérez para el último viernes de mayo. Chocó bastante la delicadeza de poner al salmantino en viernes, día de gin&tonic y afterwork, día en que las alegrías de los fastos que anteceden a la holganza del fin de semana ayudan a que el comportamiento de la Plaza sea más amable que otros. Eso apunta en dos direcciones: de una parte el pedazo de enchufe que debe tener el tal Marco Pérez para en vez de venir a la trituradora de carne humana y de ilusiones que son las novilladas de cascoporro, le preparen una gala especial concebida a mayor gloria de la presentación y despedida en Madrid del joven torero; de otra, los intereses empresariales que deben moverse alrededor del muchacho, llevado a la toma de alternativa de igual manera que fue conducida María Antonieta a la guillotina sita en la parisina Place de la Révolution (actual Place de la Concorde) porque les conviene, a despecho de otras consideraciones.


Antes de seguir, vayan unas palabras sobre los novilleros. Hace años los novilleros venían a Madrid y si estaban bien se les repetía y volvían otra u otras veces, de tal manera que se iba creando un cierto ambiente alrededor de ellos y les iban apareciendo partidarios que iban apreciando su progreso y su crecimiento como toreros. Manuel Jesús El Cid actuó dieciocho veces en Las Ventas en su etapa de novillero; en la temporada 1977, por tomar una al azar, actuaron cada uno en tres corridas en Las Ventas los novilleros Lázaro Carmona, Sánchez Puerto y el torero de origen polaco-vietnamita Lucien Tien Orlewski «Chinito de Francia» y, seguramente, alguno más que se me haya pasado. Por traer las cosas a un tiempo más próximo, «Jarocho» debutó de novillero ante la afición venteña en octubre de 2001, obteniendo una oreja en su labor, que le permitió, al año siguiente, hacer el paseíllo en tres ocasiones en Las Ventas. Ahora compárese eso con la actual situación, por ejemplo con lo vivido por el propio hijo de «Jarocho» que debuta con picadores en 2023, en Ciudad Rodrigo, se presenta en Las Ventas en mayo de 2024 y toma la alternativa en agosto de 2024. Algo ha cambiado de manera muy profunda en la manera en que se hacen los toreros y eso hace que, prácticamente, todos los novilleros que van pasando por Las Ventas a jugarse sus ilusiones y su carrera a una carta, resulten perfectos desconocidos para la mayoría de los que se sientan en los tendidos.


El anuncio de Marco Pérez en una corrida de seis novillos -me niego a usar el término «encerrona»- nos retrotrae al año 1998, mes de septiembre, cuando se produjo, al igual que hoy, la presentación y despedida de Julián López, cinco días antes de tomar la alternativa en Nimes. Marco Pérez se ha presentado hoy en Madrid a siete días de la fecha de su prevista toma de alternativa, también en Nimes. Ambos no pudieron soslayar su paso por Las Ventas antes de ser doctorados y vive Dios que si ambos hubieran podido haber eludido ese compromiso, lo habrían hecho, sin duda alguna, porque la presentación aquella con los Jandilla en mayo de 2023, la de la «clase práctica» de Marco no puede contar. Para la ocasión, el think-tank que rodea al muchacho estimó que lo adecuado era traerle tres novillos de esa marca blanca de Plaza1, ese Hacendado Taurino que es Fuente Ymbro, y otros tres de una ganadería sin antigüedad que responde al nombre de El Freixo, que está formada por animales que proceden de Garcigrande y de Daniel Ruiz. Esto de El Freixo es propiedad del torero felizmente retirado llamado Julián López.


Los novillos de este extraño Desafío Ganadero salieron un poco al tresbolillo: los de El Freixo se lidiaron en 1º, 4º y 6º lugar y los de Fuente Ymbro en 2ª, 3ª y 5ª posición. El más singular de todos ellos fue el quinto, Boquiflojo, número 96, al que Marco se fue a recibir de rodillas frente a los chiqueros. Tras su anodino paso por las cabalgaduras enfaldilladas por dentro y por fuera, deja Marco unas gaoneras que son prácticamente el único toreo de capa que mostró con lucimiento en toda la tarde, antes de brindar al público la muerte del toro en el tercio y allí citar al novillo para darle unos cuantos pases cambiados por detrás y en seguida una colección de pases por bajo, ayudados, trincherilla y de pecho, que es lo más armónico y torero que ha hecho Marco Pérez en toda la tarde. El Fuente Ymbro parece que puede servir para los fines del joven novillero, pero tiene cierta brusquedad que hay que gobernar y, pese a las buenas intenciones del chico, la cosa le va viniendo grande. Su estilo, como el de todos, cite por afuera, ventajas a mansalva, toreo contemporáneo a años luz del fulgor de hace tres días. A la salida de un molinete, en un batiburrillo que se forma, el toro se hace con él y lo lanza hacia arriba. Tremenda costalada. Continúa por naturales fueracacho y por segunda vez el toro le prende y le vuelve a lanzar por los aires. La verdad es que su labor no convence a muchos, y otros, guiados más bien por su buen corazón que por el toreo que están contemplando, aplauden y animan a Marco en su labor. La raza del muchacho le hace ir al tajo con el toro, después de los dos porrazos, pero su falta de recursos técnicos, la endeblez de su mando, su descolocamiento, no le ponen en el camino de abrir un resquicio en el pétreo corazón de la afición. Falla a espadas y a descabellos y su única oportunidad de triunfo de la tarde se esfuma.


Sin embargo, el gran momento de la tarde para medir las capacidades de Marco Pérez había sucedido en el toro que hizo tercero, también de Fuente Ymbro, que atendía por Historiador, número 103. El novillo se movió en el primer tercio, padeciendo el pésimo oficio de Borja Lorente y protagonizando tres entradas al caballo, una en posición y dos de aquella manera, acudió presto a las aseadas banderillas de Iván García y Marco, a la vista de esos indicios, se va al tercio a brindar al público. Le pone la muleta a distancia y le cita, con la derecha, y el animal acude y se traga el pase, se produce el siguiente cite, también a distancia, y el novillo acude, pero se centra más en quien maneja la muleta que en la muleta. Marco Pérez sufre un desarme y, esas cosas de los toros, cuando Marco Pérez vuelve a la faena, el toro ha cambiado por completo. El animal ha descubierto el truco y ya no es fácil pegársela. Ahí es donde quedó de manifiesto la falta de oficio y de recursos de Pérez para poder al toro, para obligarle y para someterle, y a medida que pasaba el tiempo, el novillo se crecía en sus malos modos y se iba haciendo más bronco y difícil por momentos. El final del animal es aquerenciado en tablas y allí es donde Marco le caza y le deja para el arrastre. La voluntad del muchacho no fue suficiente como para cubrir la difícil papeleta del Fuente Ymbro, que descubrió las carencias del torero.


El resto de la tarde, con sus cosas, todas menores, fue un compendio de esta manera en que ahora muchos jóvenes aspirantes entienden el toreo, esa manera que hace indistinguibles a los unos de los otros. Y si hace años salimos de la Plaza atónitos ante la cantidad de triquiñuelas y marrullerías de aquél joven Julián López, hoy hemos salido de Las Ventas con la sospecha de que hay muchas carencias en la, llamémosla así, tauromaquia de Marco Pérez. Deberíamos hacer culpables del desaguisado a los inconscientes que han metido a este muchacho en el lío mayúsculo de esta prueba de fuego.


Una vez reunidos y tras la evaluación de los méritos aportados a lo largo de la tarde, el Tribunal ha emitido su calificación sobre el alumno Marco Pérez con la calificación de: No Apto.
 


  

ANDREW MOORE


 







 




FIN

Sábado, 31 de Mayo

 


Valle de Esteban

de su sabor a cañas de mayo del lugar

viernes, 30 de mayo de 2025

Una "tiranía jadeante"


Luigi Magni


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


En la España de la Monarquía Católica la teología del pecado original deviene para el gobierno en “delito de odio” (¡qué guion se perdió aquí el genial Luigi Magni!), y Almeida, el alcalde de la capital, que presume de abogado del Estado, como Bolaños, nuestro Notario Mayor del Reino, envía a uña de caballo a los bomberos a retirar de la fachada de un edificio una lona contra el presidente del gobierno, Sánchez, cuya idea de la libertad de expresión difiere de la de Lyndon B. Johnson, cuya América, nos recuerda Tom Wolfe, fue el único país occidental que permitió representaciones públicas de “MacBird”, una obra en la que Johnson asesinaba a John F. Kennedy para erigirse en presidente. Al caer la lona de Sánchez, Velo de Maya del infausto 78, el pueblo, que es zafio, se embarca en un viaje espiritual de autoiluminación y grita: “¡Tiranía!” Es decir (famoso decir de Hamilton): “Donde todo está en una mano”. El 78 español, esa “tiranía jadeante”, fórmula de Vandal para el Directorio francés, su modelo siniestro.


A mediados del veinte, escribía Nicolás R. Rico que, desde el Cristianismo, los derechos fundamentales, centro de nuestra civilización, si se han proclamado entre alegrías, se han ejercido entre lágrimas sangrientas: su historia sería la de un gran dolor a punto de resolverse hoy en una vana historia. ¡El hombre ha desdeñado sus derechos!


Antes de que ningún tirano viniera a quitarnos nada, ya habíamos renunciado a todo. Las modernas tiranías no son causa de nada, y sí efectos de muchos hierros propios. Hay que tener el valor y el humor de proclamarlo: el hombre europeo es víctima de sí mismo. Sus tiranías las ha empollado en sus propias polleras.


Nadie, insiste, ha venido de fuera a robarnos nada. Mas ninguna grey humana renuncia de grado a transferir sus propios yerros a un Azazel expiatorio. Porque este desviar la responsabilidad hacia “lo otro” –el forastero, el extranjero, el judío, la clase, la raza– puede llegar a hacerse verdadero, pues a la postre con las ideas falsas pasa lo que con las dolencias fingidas: se tornan reales. ¿Por qué los europeos nos hemos quedado pura, simple y gravemente sin Derecho?


Las tiranías no nacen: se hacen; y las hacen (las preparan y ceban) los que después van a ser sus primeras víctimas. Ésta es una de las más crueles paradojas de la convivencia política: la víctima es casi siempre la inductora de su propia pasión futura.


Almeida es “colombófilo”: como alcalde entregó las llaves de Madrid al ex M-19 Petro, y como abogado del Estado vigila los pinchos anti palomas en los edificios con la Oldruam en la mano, que impide el remate de cerramientos “con elementos que puedan causar lesiones a personas y animales”, como los “sistemas antiposamiento”, en el caso de las palomas , o como las lonas de Sánchez, en el caso de las personas (lesiones de imagen), que de ahí la urgencia, insólita en España, del auto judicial con la orden de retirada de la imagen del galgo de Paiporta que refuta a Carl Honoré en su “Elogio de la lentitud”.


[Viernes, 23 de Mayo] 

Feria de San Isidro. En la tarde de Roca Rey, salimos de la Plaza comentando lo de Morante, tan lejos de la vulgaridad de hoy. Márquez & Moore

 

 

Agropecuaria Camporreal S.L.

 

JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ

 

Mientras los alguacilillos andaban a lo suyo por el ruedo con sus corceles, calcetines blancos para el de doña Rocío, calcetines encarnados para el de don Francisco Javier, aún no se había apagado el run-run de lo del día anterior. Coincidieron varios en decir que al llegar a casa tras la corrida, aún emocionados por lo vivido, decidieron poner la TV para volver a ver la faena de la Feria y de unas cuantas ferias, y todos convenían en la tremenda decepción que les produjo ver esas imágenes, porque nada apenas tenían que ver con lo vivido en la Plaza un rato antes. En ellas salía Morante de la Puebla y salía un toro negro, y ahí se acababa la conexión de lo visto en la Plaza y lo mirado en la TV, donde el alarde de torería de Morante quedaba difuminado, como en una fantasmagoría.
No sólo se comentaba el fracaso de la TV en captar el alma de la faena, sino también se volvía de nuevo la imaginación a ese pequeño espacio al pie del Tendido 9 donde se había producido la epifanía del toreo apenas veinticuatro horas antes. Chocan, respecto a la tarde del día precedente, varias cosas: choca que muchos aficionados anden mosqueados con el timo ése de las orejas, que si sí, que si no… cuando has tenido delante una gran faena de la que te acordarás dentro de dos lustros, dar relevancia a esos despojos peludos y llenos de ácaros es confundir muy severamente lo importante con lo accesorio. Yo, personalmente, aboliría ese deplorable galardón que casi nada significa ya: Alejandro Talavante cortó dos orejas de ésas en la primera corrida de la Feria y nadie recuerda un solo retazo de aquel trasteo; hoy mismo dos de los actuantes han cortado sendas orejas por unas faenitas menores y de vuelo bajo; anteayer el denodado valor de Juan de Castilla o el de Diego San Román el martes, frente a enemigos de bastante más respeto que los de hoy, no recibió esa peluda recompensa que apenas da pistas sobre lo que haya podido pasar en el ruedo, pero que sirve perfectamente para que se aclare quien no tiene la capacidad o los conocimientos para explicar lo que ha visto:


-¿Qué tal los toros?


-¡Muy bien! El torero Fulano ha cortado dos orejas.


Y con eso parece quererse garantizar que la tarde fue óptima. Ahora vaya usted a explicar a ese personaje la cantidad de faenas que recordamos bien y que no tuvieron otro galardón mayor que el de permanecer en la mente de quien la contempló, que esto lo explicaba muy bien Julito Aparicio cuando decía que «las orejas se tiran pero las faenas quedan ahí, en la retina de los aficionados» Y en el alma, Julio, en el alma también.


La cosa es que aún vivíamos una especie de resaca de lo del día anterior y tampoco es que se nos fuese a pasar la ensoñación mirando el extraño cartel que habían perpetrado los cerebros de Plaza1, uno de esos carteles que necesitas una presentación en power point para tratar de entender qué pinta la figura del momento, el que mueve las taquillas, el que manda, junto a un hombre un año mayor que él, que viene sin apoderado a confirmar la alternativa que le dieron hace siete años y con un ya viejo torero de cincuenta tacos, cuyo último triunfo en Las Ventas tuvo lugar hace ya sus buenos años, en octubre de 2018. Así que a los sones del pasodoble «Gallito», interpretados por la banda del Maestro Zahonero, hicieron el paseo los diestros Diego Urdiales, Roca Rey y Rafa Serna, a los que esperaba en las mazmorras que custodia ese Gerión de Talavera de la Reina llamado don Florencio Fernández un encierro de seis Toros de El Torero, cuyo propietario es la Agropecuaria Camporreal S.L., que más parece nombre de una industria de aceitunas, que de una franquicia de la sangre juampedrera.


A veces hemos querido ver en
Diego Urdiales un atisbo de Buster Keaton, el popular «Pamplinas», apodado también «Cara de Palo» por su seriedad y su constante estado de estupefacción. Ese gran genio del cine mudo nos ha dejado obras imperecederas, tanto en sus largos como en sus desternillantes cortometrajes, lo mismo que Urdiales ha dejado su sello en algunas faenas de mucha calidad y torería, y además lidiando con ganado de respeto. Ahora, desde hace unos años, se ha pasado a la cosa del artisteo, lo cual quiere decir que su conocida falta de regularidad ya se puede explicar en base a las Musas y la inspiración. Su segundo paso por Las Ventas en esta Feria de San Isidro fue de un poco más enjundia que el primero, aunque no creo que nadie perdiese la cabeza por las mañas que demostró Urdiales ante sus dos toros. Le podemos justificar algo más que decidiese no enredarse en demasía con su primero, que era un flan, pero en su segundo da la impresión de que no quiso o no pudo componer una obra de mayor valor que los trapazos que le pegó, porque el toro, Federal, número 13, tenía otras condiciones embestidoras y de comportamiento ante las que Urdiales planteó un trasteo larguísimo, como si quisiera vencer al toro a base de aburrimiento. Las dos faenas de Urdiales nos proporcionaron ocasión propicia para seguir charlando de mil y un matices observados en la faena de Morante del día anterior.


Por delante había salido
Rafa Serna, de blanco y oro, con la cosa de la confirmación. Digamos que con su primero no tuvo muchas opciones de mostrar sus trazas a la parroquia, que el pupilo de la Agropecuaria Camporreal S.L. tenía menos fuerza que una gaseosa abierta hace un mes. Sacó sus arrestos y sus ganas de que se hablase de él en su segundo, Barbecho, número 121, al que recibió a porta gayola. Su labor con la muleta estuvo marcada por el valor, ante la brusquedad del toro, que pegaba unos derrotes de aúpa. Uno de ellos le llegó a la cara, hiriendo al torero en la mejilla. Lo intenta valerosamente por los dos pitones, recibiendo la dureza de las embestidas del toro y resistiendo con entereza los derrotes que le prodigaba el bicho. Estocada desprendida y oreja al canto, que hará felices a los que les gustan las orejas.


Roca Rey volvió a dar, en su primero, la impresión de que él estaba en Las Ventas por estar. Que esta Plaza, en las actuales condiciones del torero, ni le da ni le quita nada. Puro trámite sin emoción y más con las pocas simpatías que había despertado el toro entre la audiencia. El Cóndor tiró de oficio, empezó lo suyo de rodillas con pases cambiados, que ya aburren bastante, y luego compuso una faena en la que no arriesga un alamar y donde su ausencia de compromiso y su ventajismo son las señas más reseñables. Estocada. Su segundo es Tomillo, número 85, ante el que puso en marcha su tauromaquia más fiestera, ante el sosainas del toro, que es jaleada por unos en broma y por otros en veras, pero que al final los de las veras se hicieron con el cotarro y ahí Roca se convenció de que lo mismo la cosa no le iba a ir tan mal, profundizando en su larga y ventajista faena que llevó a muchos al paroxismo con lo de los invertidos circulares, que yo le conté cuatro y podían haber sido cuatrocientos. No creo que nadie se haya hecho hoy partidario de Roca Rey, visto lo visto, pero los que venían con la ilusión de la cosa de la oreja, le vieron pasear el anillo de Las Ventas con una en la mano. Con eso ya daban bastantes espectadores por amortizado el importe de la entrada.


Salimos de la Plaza comentando lo de Morante del día anterior, que no se va de la cabeza, a tan enorme distancia de la vulgaridad de lo visto hoy.

 

 
 El confirmante

 

ANDREW MOORE



















FIN

Viernes, 30 de Mayo

 


Vida cultural

jueves, 29 de mayo de 2025

Chelsea, campeón


 

Francisco Javier Gómez Izquierdo

                El mundo bético no conoce límites y hace tiempo, cuando Lopera fichó a Denilsson o por ahí, se autoproclamó de otra galaxia y exigió protección como bien de patrimonio universal. El Betis cae bien a todas las aficiones nacionales... menos a la sevillista, claro está, y a los vestidos de verdiblancos se les supone gracia y salero de Despeñaperros "p'arriba" y "musha guasa" del desfiladero "p'abajo". El aficionado bético siempre ha contado con futbolistas geniales a los que trata como si fueran Curro Romero, bético insigne, mientras que al medio estajanovista parece soportarlo por necesidad, pero no reconoce su trabajo como por ejemplo lo haría un abonado del Albacete. El aficionado del Betis esperaba en la final de la Conference a Isco y a Antony, pero sobre todo a Isco, su Curro Romero de este 25. Isco hizo una primera parte excelente, mandón y hasta se permitió lances pintureros, de ésos que enardecen a su incondicional público. Isco luce porque es muy buen futbolista, de un nivel técnico "hors catégorie", ve el desmarque como nadie, es la leche.., pero su lucimiento particular (dejo constancia que lo que pongo es opinión muy personal de simple aficionado con más de cincuenta años viendo fútbol) ralentiza los movimientos de equipos top, tal que el Real Madrid, mientras a clubes como su Betis actual les hace depender en demasía de su inspiración, además de un fondo físico que si se tambalea -ante rival de reconocido prestigio- amenaza derrumbe de todo el equipo.


      El Betis, con Isco de general, resultó solvente y poderoso en la primera parte, incluso hasta el minuto 60, cuando Maresca, centrocampista que coincidió con Isco en el Málaga a las órdenes de un Pellegrini que también lo adoptó como ayudante en el West Hamp, sacó a relucir los conocimientos insuflados por el veterano chileno y cambió la cara al equipo dando entrada primero a James, luego a Sancho ¿reserva? y a Palmer le exigió que hiciera lo que Isco: encarar. A Palmer le tiene servidor como inglés soberbio y mal educado tras un episodio de hace unos años con los Sub-21, pero reconozco que es un zurdo también "hors catégorie", como Isco. Patudo, blancuzco y con una cabellera extraña que no se por qué, creo que es como la que gastaba Julio César, anoche demostró que es capaz de decidir no sólo un partido trabado, sino cruzar el Rubicón de la gloria y atreverse con la batalla final de los Campeonatos.


       Ganó fácil el Chelsea. Tuvo paciencia y sobre todo físico. No creo que el valor de su plantilla se corresponda con el precio que ha pagado por ella, pero el Chelsea es buen equipo, tiene a mi parecer un entrenador listo. Un entrenador de ésos que saben corregir sobre la marcha; de ésos que no son cerriles con el sistema; de ésos que tienen plan B y que los aficionados "neutrales" reconocemos y aplaudimos.


      Lo siento por el Betis, pero no hay nada que objetar al triunfo inglés... Bueno, sí, don Matheu, al que llaman Toño, nos deleitó con una de esas acotaciones indescriptibles intentando demostrar la posibilidad de un penalti por un lance que así lo reconoció un extravagante como él en un partido no hace mucho, por una mano que el ojo humano no puede percibir.

Saramago



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


El Saramago malo recuerda cada vez más al Unamuno bueno, quien a fuerza de no ser religioso no habla más que de religión. Pero el Saramago bueno recuerda cada vez más al Jardiel malo, y entonces la pregunta es obligada:


¿Por qué Saramago es un hombre y George Sand es una mujer?


Ah, el drama del arte: un verdadero combate entre Jacob y el ángel.


En su afán por redimir a los pobres de la Tierra, Saramago, en cualquier caso, no llega ni a Unamuno ni a Jardiel. Saramago quiere echárselas de cartesiano y no sabe que el cartesianismo nació de un sueño, por lo cual más tiene de misticismo que de racionalismo.


La primera República española iba de racionalista, pero era tan mística que prohibió a los serenos cantar la hora con su invocación mariana: “¡Ave María Purísima!... ¡Las dos, y nublado!” Parte meteorológico y piedad poética en un mismo grito, de balde y a cada hora. Con la experiencia de la primera, la segunda República: “La fortaleza religiosa ardió... Huele a quemado de ropas... –escribe un Ruano todavía por la causa–. Estatua decapitada... Y los restos de los automóviles. ¡Qué pequeñito el San Cristóbal, retorcido en las llamas!... Le han acunado mis manos liberales...”


¿Cuál cree usted, Juan Ramón, que es el mayor poeta universal?


–Dios.


Y a Dios, que cuando repartió la poesía Saramago cerraba la cola, se la tiene jurada Saramago. E igual que Fuentes se sentó a escribir para hacer perder a Bush las segundas elecciones –las que el texano ganaría con el mayor número de votos de la historia estadounidense–, Saramago se ha sentado a escribir un libro de sincero secularista que acabe de una vez por todas con... la Biblia.


La Biblia –resume Saramago– es matar y matar y matar...


O sea que Saramago ha leído la Biblia marcha atrás.


Se ha dicho que, marcha atrás, “Tiburón” es una película en la que un tiburón vomita gente hasta que abren una playa. Marcha atrás, “Viernes 13” es una película sobre un jugador de hockey mágico que cura a sus adolescentes para que puedan irse a casa desde el campamento. Marcha atrás, “Superman” es una película de alguien que vuela por ahí y que después de poner a gente en situaciones difíciles va y se esconde. Marcha atrás, en fin, Saramago –que no la Biblia– es un tipo que resucita y resucita y resucita y ve que todavía está allí (donde Stalin ofrece “ese aire vago de adormecimiento bizco que da el haber gustado excesivamente de la sangre...”)


Pepe... ¿Y esto es tó?

Feria de San Isidro. Un caballo como barrunto de la mejor faena como matador que Morante firma en la Monumental. Márquez & Moore

 
Seminarista
 

JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ

 

En su libro «De origine et situ Germanorum» el historiador romano Tácito describe el uso del caballo por los antiguos germanos como método de adivinación. No es de lo más frecuente el uso de cabalgaduras en las artes adivinatorias, siendo preferidas por los augures otras especies como aves o corderos, acaso por resultar más manejables, pero el hecho es que, al menos, entre los germanos el caballo vaticinaba el porvenir, y hoy en Las Ventas no sabemos qué soplo de viento germánico nos ha traído la premonición de lo que iba a pasar. La cosa ha sucedido en el primer toro, Seminarista, número 7, que empujado quién sabe si por Tîwaz o por Odín o Thor, ha conseguido derribar al  Equigarcesaurius cuyo destino gobernaba desde lo alto Aurelio Cruz, vestido de azul y oro. La premonición de que algo grande iba a pasar recorrió la Plaza como una descarga, pues tras quince tardes, tras noventa toros que han salido por la puerta de los chiqueros no ha habido uno solo hasta este Seminarista que haya sido capaz de hacerse con las mañas para hacer medir el suelo con sus cuerpos al cuadrúpedo y a su jinete. No ha sido uno de Dolores Aguirre, ni de Arauz de Robles, ni de Pedraza de Yeltes, ni de La Quinta: ha tenido que ser un Garcigrande el que haya venido a tomar venganza de todos sus congéneres que no pudieron tumbar un caballo en todos los días que llevamos de Feria.
El toro, no se vayan a creer lo que no es, no era ningún Hércules, que a las primeras de cambio, por ejemplo al salir de la segunda vara, salió trastabillado y perdiendo las manos, pero tuvo el impulso divino que le auxilió a darnos esa ilusión y mostrar esa premonición de que algo podía pasar.


Antes, al principio del encuentro entre Morante de la Puebla y Seminarista, se había comenzado a fraguar su mutua relación con unas verónicas que pusieron a la Plaza en pie. Fueron dos primeramente y luego cuatro de trazo corto y muy firme con la mano de salida levantadita, la pata adelante y ganando un pasito en cada una de ellas, ensambladas perfectamente las unas con las otras, ligadas y de un aire personalísimo. Con un capote de seda de unas dimensiones apropiadas, Morante definió su toreo a la verónica, mandón y poderoso, tanto que muchos pensamos que con ellas se había cargado al toro. La resolución de esos bellos lances no fue la más exquisita al perder el capote el diestro cundo el toro hizo por él tras la media verónica final, pero la sensación de buen toreo que dejó, de toreo muy poco visto, fue extraordinaria y nadie echó cuentas de lo del capote.


En banderillas José María Amores sale apurado tras clavar el par y corre hacia el burladero del 9, en cuya boca se encuentra Morante de la Puebla, que se aparta airosamente para dejar pasar al peón a arribar al sitio seguro y, además, le hace el quite a cuerpo limpio, graciosa y naturalmente, sin soltar el vasito de plata que porta en la mano. Ovación para la espontaneidad del matador.


Tras pedir permiso al señor de la Policía, se dispone Morante a iniciar su trasteo con Seminarista. Le cita en el tercio y el animal acude pronto. Le recibe con pases por bajo, la rodilla flexionada, ganando terreno en cada uno y así le da cinco, que son vitoreados por la plebe, rematando con uno por alto y un cambio de manos que da lugar a un pase de trinchera de mucho gusto. Con el toro en la posición donde lo quiere el torero, fuera de las rayas de picar frente al 9, se dispone a torear con la derecha obteniendo una serie en la que consigue empalmar unos muletazos con otros sin una sola violencia, sin una brusquedad, bien colocado, mandando en el toro. La serie finaliza cuando el toro se medio cae.


Intenta Morante una nueva serie con la diestra, siendo acosado por Seminarista. El torero se lo quita con uno por alto y vuelve a plantear de nuevo la serie de derechazos, sin agobiar al toro, dándole su terreno. Le cita  con firmeza y el toro acude para que Morante deje una soberbia serie de redondos, cosidos los unos a los otros, extraordinarios de encaje y de torería, resolviendo la serie con un nuevo cambio de manos y uno por alto.


Ahora toca el turno de la mano izquierda. Ese no parece ser el pitón óptimo del toro, que se abalanza hacia el torero, quien con gran serenidad le cambia el terreno y le cita sacando una bella colección de naturales de trazo largo y de suave ejecución: primero le da uno y se coloca de nuevo para dar dos más, siempre buscando la colocación. Luego otros dos naturales y, de nuevo, la colocación, y para acabar la serie otro natural más y luego uno por alto que dan lugar a un airoso molinete invertido, único guiño de puro adorno en toda la faena, que remata la serie en la que no ha habido una sola brusquedad. La Plaza en pie vitorea al torero de La Puebla.


De nuevo vuelve Morante a la derecha para dejar otros tres y un torerísimo cambio de manos andando. Tras agarrar la espada de verdad, finaliza Morante su obra con cuatro ayudados por bajo, una trincherilla y dos más andando, torerísimos, para igualar al toro en la suerte natural, tomándole en corto, y dejar una estocada entera y atravesada que no consigue tumbar al animal. Tiene que recurrir al descabello. Grandísima ovación.


Morante ha firmado hoy en Madrid su mejor faena como matador de toros en la Monumental, en la que ha resaltado la solidez de la misma, la manera en que las series se han sucedido, sin tiempos muertos ni absurdos paseos introspectivos. Morante ha traído a Madrid el triunfo de la naturalidad, de la torería eterna y viril, con sus justas gotas de gracia en los cambios de manos, en el pase de la firma, en los pases de trinchera, con su toreo al natural sin renunciar a la posición, el derechazo con el medio pecho y la justa cargazón de la suerte, la figura erguida, el remate atrás, la manera de agarrar la muleta y de manejarla como si fuera de papel de seda. Morante de la Puebla ha dejado esta tarde en Madrid un compendio de las virtudes del toreo clásico, nada amanerado, creando una faena basada en los pases esenciales del toreo, sin concesiones, pasándose al toro por la barriga. Nada que ver con el neotoreo de cada día, basado precisamente en renunciar a la posición en la que nace el toreo. Morante ha compuesto una sólida obra con los mimbres del toreo imperecedero, una faena de las que llegan al alma y se recuerdan por la calidad de lo que se ha visto y por la firmeza del torero en poner en marcha su faena de una manera clara, sin probaturas. Desde que ha comenzado, con los ayudados por bajo, Morante tenía en la mente lo que iba a construir, y esa obra la ha hecho en un pequeño espacio de terreno de la Plaza, todo ensamblado, todo conciso, en una exposición de sobria calidad que no está al alcance de cualquiera. Ni parar relojes ni monsergas engañabobos: lo que Morante ha hecho en esta calurosa tarde madrileña ha sido ni más ni menos que el toreo, su interpretación personal de lo que es torear a un toro que no presentó ningún signo de maldad y que, salvo un par de achuchones, no tuvo otra misión en la vida que la de embestir.


A las siete y veinticinco de la tarde la corrida se había terminado. Morante había puesto una losa de hormigón sobre Las Ventas y a nadie le interesaba ver el rollo cotidiano que traían consigo los otros dos que andaban por allí, vestidos de luces.

 

 

El ganadero, Justo Hernández
 

 

La premonición

El caballo de Aurelio Cruz
 

ANDREW MOORE


 











 
FIN