sábado, 31 de mayo de 2025

Saramagología



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


El racionalismo nació, qué le vamos a hacer, de un mal sueño: el que tuvo Descartes la noche del 10 de noviembre de 1619, a raíz del cual concibió su Método. Saramago, que va de racionalista, carece de Método, pero tiene un Nobel y el don portugués de la exageración.


Yo creo que la vez que más cerca ha estado Saramago de la razón fue el día 11 de marzo de 2004, cuando declaró “no tener ninguna duda” de que la autoría de la matanza en los trenes madrileños correspondía a la Eta. Lo que pasa es que, progresista al fin y al cabo, no pudo resistirse a la tentación de adornar su certeza con un puñado de mala literatura: “Es un atentado cobarde, pues ataca a las capas populares que se levantan a las cinco o a las seis de la mañana para ir a trabajar.”


He aquí una de esas cosas que ya no dicen ni los “hooligans” del “Juan José”, pero, en pura saramagología, ser escritor es disparatar: Yenín es Austwitz, el jersey de Evo Morales –ese jersey de Freddy Krugger pasado por Ruiz de la Prada– es “histórico” porque choca con “la soberbia estúpida de los pueblos civilizados”... Y el último grito: “No soy creyente, pero es que no entiendo cómo alguien puede creer en Dios con los avances actuales...” Ya lo avisó Nietzsche: “Si Dios ha muerto, todo está permitido.” Incluida, naturalmente, esta saramagosa explicación de la existencia: “Cuando llegue mi hora, entraré en la nada, me disolveré en átomos y... ya está, como hizo mi perro hace dos meses...” Es, en fin, la aportación de Saramago a la teología de la liberación alentada por el comandante Chávez para “inventar el socialismo del siglo XXI” por medio de dos “insumos históricos”: las ideas de Marx y Engels y la obra de Jesús.


Pero ¿a qué puede referirse Saramago con “los avances actuales”? ¿A los libros de Pepe Rodríguez? ¿A la oveja Dolly? Peter Sloterdijk afirma que, desde la publicación de la noticia, en febrero de 1997, de la oveja clonada, “nada ha sido ya igual en las cabezas de los hombres”, porque “la asociación entre Dios y cordero interpela al inveterado imaginario europeo”:


Cuando leemos que en Bizancio los hombres vagaban por las calles discutiendo por asuntos tales como su identidad o parecido con Dios, no parece absurdo pensar que en torno al año 2000 los hombres están manifestándose por defender sus ideas acerca de su identidad o parecido con el hombre.


Pero estas intelectualidades nos alejan de Saramago, claro.