Marroquíes. El patio por antonomasia
Zarco. Admirado por coqueto y elegante
San Juan de Palomares. Rincón con San Rafael,
fuente y trilobites
Álvar Rodríguez. Claveles, Cabeza de alce y pendientes de la reina
Francisco Javier Gómez Izquierdo
No sé el por qué, pero nada más llegar a Córdoba siento la llamada del patio. Llamada que escuchamos cordobeses y forasteros avecindados que es como una berrea de mayo en la que los patios esperan los piropos de todo género, ahora que ciertas "desaborías" te llevan al juzgado por decir guapa a las guapas y señorita a las por casar. El patio cordobés es como un preparativo de boda en el que la novia no sabe qué ponerse porque todo le sienta bien y decide no casarse y presumir con salero ante todo tipo de galanes... y estilistas del género femenino. Tengo leído lo que servidor siempre ha pensado y confesado a las amistades: nada hay que satisfaga más a la mujer ataviada para gustar que otra mujer se vuelva a mirarla a su paso; mucho más que la admiración del hombre. No quiero mentirme con divagaciones. Dejo unas fotos de patios por los que he pasado esta mañana y ayer tarde para dejar constancia de lo que todos ustedes saben: Córdoba en mayo es un lujo.
