miércoles, 14 de mayo de 2025

Popper



Igncio Ruiz Quintano

Abc


En las citas de Bartlett, el poema más corto se titula: “En la Edad de los Microbios”. Y dice: “Adán los tenía.”


En el periodismo contemporáneo, el meme más corto se titula: “Todo por el Progreso”. Y reza: “Bush es tonto.” El chascarrillo partió de Fidel, Chávez lo distribuyó y Efe lo convirtió en noticia: “Bush es el presidente de los Estados Unidos con menor coeficiente intelectual de los últimos sesenta años.” Un 91 frente al 182... de Clinton. Las cuentas eran tan científicas como las que avalan al Apocalipsis del Cambio Climático: habían sido hechas por los sabios del Instituto Lovenstein de Scranton, Pensylvania, que no existen.


A Karl Popper los coeficientes intelectuales le parecían una de las mayores insensateces de nuestra época:


Lo más probable es que conduzcan a los norteamericanos a perder la próxima guerra mundial, pues sus generales son elegidos con arreglo a su coeficiente.


Y la prueba más contundente que aportaba Popper a su argumentación contra los coeficientes intelectuales (de ninguna manera, pensaba él, la inteligencia humana se puede medir de una manera unidimensional) era que Einstein tenía un coeficiente intelectual semejante al que Efe atribuye al actual presidente de los Estados Unidos.


Tom Wolfe entrevistó una vez a unos sabios que habían inventado el “casco de inteligencia”, un modo, al parecer, de medir la inteligencia sin rastro de sesgo cultural. Ese casco registraba únicamente ondas cerebrales que un ordenador analizaba en dieciséis segundos. Pero nadie quiso saber nada del diabólico casco:


Nadie quiso creer que era... una mediocridad genéticamente programada... y que lo mejor a lo que podía aspirar en este Pozo del Error Mortal era a vivir su mediocre vida gris sin demasiado estrés.


Pero ¿qué perseguía el campo progresista intentando mostrar “científicamente” la inferioridad intelectual de Bush respecto de la de Clinton? ¿Explicar que Bush no invite a cenar en la Casa Blanca a Carlos Fuentes para intercambiar gilipolleces sobre el Quijote? ¿Justificar que no se aproveche del cargo para engorilarse con sus becarias? ¿Desengañarnos de que alguna vez, amenazado por el rodillo de su esposa, acabe durmiendo en el sofá con el maletín nuclear?


Una vez confirmada la falsedad de la noticia de Efe, el ex abogado de Maradona, que ahora es fiscal de la Onu –el ex abogado, no Maradona–, cree que Bush es responsable de sus actos, y a lo mejor se propone sentarlo en el banquillo con Aznar por el bombardeo de Bagdad. Luego, y por listos, irían Clinton y Solana, por el bombardeo de Belgrado.


En la edad de los microbios, los progresos del “progreso” obligan a ser reaccionario.