Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural
En el muladar del Norte, a la ignominia del plomo de los matones se suma la estupidez que los cineastas derraman sobre los muertos.
El cine, dijo Foxá, es un arte muerto: está fuera del tiempo. A sus actores la luz no los despierta, sino que los pone en evidencia. El cine es el retrato de la novia. El cine es la Venus de mármol. El cine es un arte socialista con sesenta productores entre los cuales el guionista y el autor pasan, protocolariamente, después del productor, de la estrella o del ingeniero del sonido. El cine es para masas. Y por todas estas razones, creía Foxá evidente el triunfo del cine (sobre el teatro).
–¿Sabéis que Tyrone Power guarda como una reliquia en su panoplia la pistola con que Tom Mix mató, de “mentira”, a tantos asesinos?
Un tal Rosales –sepan ustedes que San Alberto Magno escribió un tratadito sobre el modo de criar rosales– ha hecho una película, “Tiro en la cabeza”. ¿Por qué? Porque tiene la obsesión, dice, de “la solución”.
–La vocación de la película es producir un efecto sociológico.
Él sabrá qué quiere decir, aunque, por lo que llevamos visto hasta ahora, se le entienda todo.
La Eta no tiene solución porque el problema de la Eta es que es de izquierdas.
Antes que Rosales, un Médem, o Medem, con pintas de Morante sin puro, quiso producir sobre lo mismo un efecto sociológico y le salió “La pelota vasca. La piel contra la piedra” (para no decir la nuca contra el plomo, que a eso se reduce, en realidad, todo el conflicto). La bobería, sin chispitas de luz, juega en el aire.
¿Conoce Rosales el caso de John Galunas?
Galunas se ofreció un día para hacer papeles de “ganster” en varios estudios de Hollywood y, después de ser rechazado en todos por carecer de eso que los franceses llaman “le physique du rôle”, la policía lo detuvo en Brooklyn bajo la acusación de haber intervenido en quince robos y en media docena de asesinatos. De este hecho, Julio Camba extrajo las siguientes conclusiones. Una: que los técnicos de Hollywood no saben lo que se pescan; otra: que sí lo saben, pero que la cara no siempre es el espejo del alma; y otra: que, a fin de reducir la criminalidad en el mundo, sería muy de desear el que todos los hombres tuviesen aspecto de criminales, pues si Galunas hubiese tenido cara de criminal lo más probable es que no hubiese cometido nunca crimen alguno.
¿Qué mejor efecto sociológico quieren los Rosales?

