Decrepitud en el río Barbate
Francisco Javier Gómez Izquierdo
El aficionado, un servidor sin ir más lejos, temía llegar a ver partidos de fútbol como el de hoy. Uno tenía señalados ciertos síntomas letales como falta de calidad, espíritu de sacrificio y sobre todo ausencia de capacidad física, pero me resistía a aceptar lo evidente. Hoy, ante la UCAM, el Córdoba ha dejado de simular ser un equipo. El Córdoba es una patera sin brújula que marque rumbo y con espectrales remeros que no dan más que lástima. ¿Cómo se ha llegado hasta éste despropósito?
Si no se vive en Córdoba es muy difícil entender la actual situación, pero todo empezó con un señor que hace cinco años vino a hacer dinero en un club en problemas. No se sabe de nadie que en tan poco tiempo haya tenido tanta suerte en el fútbol pero el caso es que el hombre ha hecho mucho dinero sin exponer un céntimo. Esta temporada sigue sin hacerlo, pero como la fortuna no puede acompañarte toda la vida y a veces te exige que pongas algo de tu parte, el Córdoba vaga moribundo en Segunda División porque el amo del Córdoba no se cree en la obligación de tirar de su peculio. Del peculio que ha amontonado gracias al Córdoba Club de Fútbol. El hombre dice que nos subió a Primera. Es cierto. Fuimos uno de los peores equipos, si no el peor, de la Historia de Primera, pero estuvimos en Primera. De lo que no se da por enterado el hombre es del pánico que tenemos los aficionados tras los deprimentes espectáculos a los que estamos condenados esta temporada que acaban en descorazonadores desenlaces y que amenazan con esa tragedia de la 2ª B a la que no queremos volver a ver ni en pintura.
¡Qué partido esta tarde, Dios mío! La UCAM, y que me perdonen en Murcia, huele a 2ªB. Es equipo humilde, de modesto presupuesto y modestos jugadores. Basha, su mejor pelotero, bajó con la Ponferradina. Francisco, su entrenador, ha procedido a ejecutar el guion que se saben todos los entrenadores cuando se enfrentan al Córdoba: aguantar hasta el descanso y en la segunda parte a por el partido. Nuestro ariete Rodri ha marcado un bonito gol, la verdad, en el minuto siete y a partir de ahí, el partido ha sido de la UCAM. Sin recursos, pero con el empuje de los valientes. A falta de un cuarto de hora a nuestro central Bijimine le da por andarse con pamplinas y no es capaz de tapar un centro imposible desde la línea de fondo. Rodas, que de colosal y marmóreo sólo tiene la cintura, remata a nuestra propia portería empatando un partido que mereció llevarse el peor equipo que ha pasado este año por El Arcángel. Si el peor ha sido mejor que nosotros..¿qué quieren que les diga?
Pues que mientras veía el 3-0 del Madrid a la Real no se me han ido de la cabeza el Portuense, el Melilla, el Atlético Sanluqueño..., al que ha ido a salvar mi amigo Falete. ¡Qué pesadillas me esperan!