"Rusia es culpable"
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Qué bonita es la venganza cuando Dios nos la concede: ver a todos los medios progres abrazando a la CIA y cantando el estribillo de Serrano Súñer para la División Azul: “Rusia es culpable”. Otro éxito de Trump.
El “streeptease” de la izquierda americana en su golpismo de salón contra la primera (y única) Constitución democrática que conocemos revela que la devastación universitaria es universal.
En su renovación de mobiliario, la izquierda americana sustituye a Hamilton y a Madison por Soros y Slim, y para ocupar la peana de Tom Paine, el genio que hizo decir a Washington que era el momento de las almas viriles, piensa en Jon Favreau, redactor de los discursos cursis de Obama, el hombre que susurraba a los espejos.
Favreau, es decir, Obama, dirige la vanguardia tuitera para deslegitimar a Trump deslegitimando la Constitución del 87 (“¡por vieja!”) con el “gif” del voto popular, pero el niño bitongo que hizo declamar a Obama en El Cairo la lucha del califato cordobés con la inquisición española (eso es anacronismo, coño, y no el voto electoral de “El Federalista”) nunca va a entender los mecanismos del Colegio Electoral y la democracia representativa de su país, que, por cierto, es el único que la disfruta.
Primero fue Hillary, que como jurista no es el memorable juez Marshall que separó de un plumazo Nación y Estado. Hillary se fue de picapleitos a Arkansas porque no pasó la prueba de Nueva York, donde luego, sin embargo, sería senadora, comprometiéndose como tal “a acabar con el arcaico y antidemocrático Colegio Electoral” (?), tan arcaico (1789) y antidemocrático (dos senadores por Estado) como “su” Senado, que hace posible la Unión. Al final, Madonna tuvo que prometer una felación a quien votara a Hillary para presidenta. Y perdió.
El triste resultado es Jimmy Fallon, el Carlos Ferrando de la gala de los Globos de Oro, haciendo un chascarrillo con que sus globeros son los únicos que respetan en América el voto popular.