jueves, 12 de enero de 2017

Lubinas

¿Los zapatos de Rivera o dos lubinas a la sal?



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Pasar de la política americana a la política española es ir de la Torre de Trump a la Torre de los Siete Jorobados de Neville, sita (ahora) en La Moncloa, con Mariano en el papel del doctor Mantua dando de cenar lubina de Estado a Rivera, que va de Antonio Casal.
“Lubina al tomillo sobre cortes de tomate”, fue la cena de jefes de la socialdemocracia batueca.
La lubina (“dicentrarchus labrax”, que dirían María Soraya y Girauta, pues ni Mariano ni Rivera frecuentan a Séneca) vino con el 78 y es nuestro pez socialdemócrata.
Murcia tuvo de presidente a un tal Hernández Ros que las devoraba con tal apetito que el pueblo le llamaba “Amilubina”, pues era lo único que pedía al sentarse a la mesa. Cuentan que un día un mesero le ofreció unas endivias, y él contestó: “Más marisco no”.

Eran los días felices de la ilusión, y en La Moncloa, donde ya el felipismo empezaba a echar joroba, la cena era “lubina rellena de muselina de cangrejos de río con guarnición de puerros al cava”, desde luego más jacarandosa que la lubina mariana al tomillo sobre cortes de tomate.
La lubina no es populista, como el salmonete, que para los romanos del imperio no era fresco si no moría a manos del comensal.

De las costas era traído el pescado a la carrera por mandaderos desalentados, ante cuyo trote todos los transeúntes tenían que apartarse –cuenta Séneca.
Una lubina al tomillo, pues, no es fresca, pero invitar a lubina, aunque sea al tomillo, es la forma mariana de recordarle a Rivera que, como socialdemócratas, están en el mismo equipo. Claro que esto de estar en el mismo equipo también lo dijo Obama mirándose en el espejo, y diez minutos más tarde traicionaba a Israel en la Onu.

Mas como la traición, cuando es general, se transforma socialmente en virtud, que es nuestro caso, detalles así agrandan su figura de lúser mundial, y la Europa viuda de Obama es hoy una lloradera salmodiando el “Sí pudimos, sí podemos” como si fuera el Réquiem de Mozart.