Una marquesa de Serafín
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La socialdemocracia está con las sales, como una marquesa de Serafín: Trump, un hombre de acción, ¡cumpliendo con sus promesas electorales! (incluida la bajada de impuestos, la más escandalosa para el establishment).
En España, el periódico gubernamental, que copa la Academia, es decir, los arcanos del lenguaje, ha dado con una solución lingüística para conjurar semejante prodigio apocalíptico:
–Trump cumple con sus amenazas y ordena levantar el muro con México –titula.
En realidad, Trump ordena la conclusión del muro de Clinton, Bush y Obama (el tipo, ay, que batió el récord de deportaciones), pero la gracia, verdaderamente franquista, está en llamar “amenazas” a las “promesas” electorales sólo porque se cumplen.
Lo de que las promesas electorales están para no cumplirlas fue un chascarrillo de Enrique Tierno, el profesor que ya en los 50, y con el seudónimo (por el qué dirán) de Julián Andía, obraba sus truños socialdemócratas en aquella pesebrera ciática (de la CIA) que eran los Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura, en cuyo número 35 proponía la regeneración de España mediante “la trivialización, el relativismo y la mundanalidad”, que, siquiera periodísticamente, es donde estamos.
Vivimos en una economía basada en el crédito, con la que la gente busca disfrutar ahora y pagar luego. Por eso Roger Scruton, que es un inglés afincado en la estética, se da cuenta de que, en las circunstancias actuales, mantener las promesas está menos valorado, pues la gente ha adquirido el hábito de posponer el pago de sus deudas.
–En casos así es una ilusión la que toma el control de los acontecimientos.
El “futurismo” era la socialdemocracia, esa adicción a la irrealidad (un deseo compulsivo de suprimir la realidad para reemplazarla con un sistema de ilusiones complacientes), al fin en ruinas.
De ahí que la metáfora más socorrida entre los analistas del momio para resumir el trumpismo sea “como elefante en cacharrería”. Y los cacharros son ellos.