martes, 16 de octubre de 2012

Miedo y asco en el periodismo contemporáneo

Jorge Bustos (CLT)

Jorge Bustos

Yo creo, porque si no lo creyera me pegaría un tiro esta misma noche de cálido otoño con la Beretta semiautomática que guardo en casa con todos sus permisos en regla, que sobre la masa de vagos cerebrales que cualquier sociedad primermundista fomenta al objeto de su propia supervivencia se alzará siempre una élite resistente cuyas almas, una vez tocadas por la seducción espiritual de la buena lectura, ya no sabrán renunciar a ella. Pagarán por leer algo potente y hermoso como se paga por cualquier placer verdaderamente refinado. Así que el problema no es tanto de la demanda como de la oferta. Para describir la oferta contemporánea de periodismo, me vais a dejar que cite a uno de esos nombres inmortales que todo estudiante de periodismo debería leer —antes de enrolarse en el negocio del aceite— a los 21 años, edad que contaba Hunter Stockton Thompson cuando escribió esta carta al director del Vancouver Sun para pedirle trabajo:

“En mi tiempo libre he seguido algunos de redacción en Columbia, he aprendido muchísimo del mundo del periodismo y he adquirido un sano desprecio por la profesión. Por lo que a mí respecta, es una vergüenza que un terreno tan potencialmente dinámico y vital como el periodismo esté plagado de zoquetes, inútiles y cagatintas, dominado por la miopía, la apatía y la complacencia, y en términos generales estancado es un lodazal de mediocridad inmovilista. Si el Sun quiere apartarse de todo esto, creo que me gustará trabajar para usted”.

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