J. B. en lenguaje sindical (Colección Look de Té)
Jorge Bustos
Cuando vimos a Méndez y Toxo, los Yogui y Bubu de nuestro parque sindical o Yellowstone obrerista –donde los visitantes somos los contribuyentes a los que nos siguen robando las cestitas de la merienda vía subvenciones–, en la tenida bruselense de sindicalistas europeos, sentimos la tentación de exclamar lo que le respondió aquella marquesa a su esposo cuando este le señaló a la querida de Fernández entre el postinero público de una ópera:
—¿Ésa es? ¡Bah! ¡La nuestra es mejor!
Pues eso, que nuestros síndicos comparecían de lo más pinturero y nada tenían que envidiar a la pana constituyente de las compañeras y compañeros de la cosa contestataria a nivel de Europa, que dicen los paletos y los analistas pijos. Lo paradójico, sin embargo, es que de allí salió consensuada una “jornada de acción” que en España rápidamente han traducido CC OO y UGT por “huelga”. O sea, que aquí la acción equivale exactamente a la inacción, y esto es un hallazgo sociológico lleno de melancolía y con pedigrí Larra que debemos a Toxo y a Méndez.
Con cinco millones de parados no cree uno que exija mucho sacrificio ir a la huelga, porque ya van quedando en el país pocas nóminas vigentes de las que descontar el día holgado. En todo caso no es descabellado augurarle a esta convocatoria un mayor seguimiento que a los aquelarres antecedentes porque el malestar social ya se hace notorio incluso para Rajoy, al que ayer no le quedó más remedio que mojarse:
—La huelga no ayuda en nada a España.
—¿Ésa es? ¡Bah! ¡La nuestra es mejor!
Pues eso, que nuestros síndicos comparecían de lo más pinturero y nada tenían que envidiar a la pana constituyente de las compañeras y compañeros de la cosa contestataria a nivel de Europa, que dicen los paletos y los analistas pijos. Lo paradójico, sin embargo, es que de allí salió consensuada una “jornada de acción” que en España rápidamente han traducido CC OO y UGT por “huelga”. O sea, que aquí la acción equivale exactamente a la inacción, y esto es un hallazgo sociológico lleno de melancolía y con pedigrí Larra que debemos a Toxo y a Méndez.
Con cinco millones de parados no cree uno que exija mucho sacrificio ir a la huelga, porque ya van quedando en el país pocas nóminas vigentes de las que descontar el día holgado. En todo caso no es descabellado augurarle a esta convocatoria un mayor seguimiento que a los aquelarres antecedentes porque el malestar social ya se hace notorio incluso para Rajoy, al que ayer no le quedó más remedio que mojarse:
—La huelga no ayuda en nada a España.
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