lunes, 29 de octubre de 2012

Casillas y el capitán Cook



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Leemos en Camba, su biógrafo más sencillo, que cuando el capitán Cook desembarcó por primera vez en la isla de Tonga, los jefes locales no lograron ponerse de acuerdo sobre la mejor manera de merendárselo.

    Unos proponían asarlo, otros, cocerlo, y esta diferencia de opiniones fue lo que salvó la vida al Mejor Navegante del Mundo, pero el capitán Cook no se enteró de nada.

    –Como un grupo de cocineros que estuviese examinando una pieza de caza excepcional, los sibaríticos jefezuelos lo palpaban uno tras otro, lo acariciaban, lo olían, le lamían las manos, y el cándido capitán Cook, interpretando aquellas extrañas acciones como pruebas de simpatía y afecto, le puso al grupo de islas que acababa de descubrir el nombre de Islas Amistosas (Friendly Islands).
    
A ese capitán Cook de Móstoles (marinero de agua dulce) que para el cuento viene a ser hoy Casillas la socialdemocracia cultural lo ha hecho príncipe de las Islas Amistosas del Consenso por su amistad con Xavi, pues fue Casillas quien telefoneó a Xavi, que no se ponía al aparato hasta que lo convenció Puyol, al que Piqué ha echado de menos en la gala del Teatro Campoamor en Oviedo, y yo también, por ser este Puyol el barcelonés más original en el vestir desde los tiempos de Pitito, marqués de Martell.
    
Si Pitito entró con un traje de cascabeles al Royalty Theatre de Londres una vez empezado el espectáculo “Oh Calcutta!”, Puyol se presentó en la gala de la Uefa en Mónaco vestido de Chanquete, referencia moral del tiquitaca, que ahí está la imagen de Jabois con ese Xavi que interrumpe un rondo en la Masía gritando “¡Ha muerto Chanquete!”
    
El ruido futbolero nos ha impedido escuchar lo importante de Oviedo, que fue el discurso del Príncipe de Asturias, pero Íker y Xavi, que llegaron al Principado como una fábula de Tod y Toby, salieron de allí convertidos en el Joselito y la Marisol del poszapaterismo.
    
Por encima de nuestra competencia está nuestra amistad –dijo Casillas, que cree que la peregrina costumbre del nacionalismo culé de merendarse a los visitantes blancos sólo es para demostrar lo mucho que gustan en Barcelona las visitas.

    Para estas inmadureces estaban antes los internados y la mili, donde el guerrero intimaba, por ejemplo, con el lema de todos los regimientos escoceses: “Nemo me impune lacessit” (“Nadie me insulta impunemente”), que viene muy bien para competir, mas no para amistar, claro, con lo que estos guerreros de ahora se nos quedan, según el nuevo psicoanálisis, en “niños divinos” y “tiranos de la trona”.
    
Tengo mucho corte. ¡Mucho corte! –decía Casillas por los pasillos del Campoamor, pues Casillas carece del desparpajo tiquitáquico de Xavi, que va de San Jorge matando de muermo con un rondo al dragón, o de la solvencia filosófica de Del Bosque, que tiró de ética kantiana para justificar esta amistad ikerxavihonda. (Del Bosque estuvo en un burladero de Nimes viendo a José Tomás, cuyo toreo sólo se explica, según el propio torero, por Hegel.)
    
Xavillas, escriben en un tuit.


Pitito, marqués de Martell

CAPARRÓS EN EL DESIERTO
    “El Balón de Oro, desierto, por pesados”, dice Caparrós. Pero el Balón de Oro es marketing, y el marketing, el dinero de las nóminas. Mourinho y Cristiano, que vienen de Inglaterra, lo saben. Guardiola, que es catalán, también: daba la papeleta de votar como Romanones, y no le chistaban. Casillas está más por la cosa de los amigos, como en el colegio. Si un empleado de Coca-Cola favoreciera al marketing de Pepsi-Cola por un asunto de colegueo, lo mandarían a repartir… pepsi-colas. Pero esto es predicar en el desierto.
El rondo de Pitito