A por otra
Francisco Javier Gómez Izquierdo
¿Cómo es posible que una jornada de trabajo tenga veinticinco horas y media? ¿Es admisible una nómina de tres mil euros al mes para una limpiadora? ¿A qué se han dedicado las copiosas plantillas de los Institutos de Empleo de las provincias andaluzas? ¿Qué paciencia ha de tener un ciudadano para soportar manifestaciones de cientos de interinos contratados a dedo por unos alcaldes -progresistas de mucho tronío, por supuesto- quejándose por la injusticia de someter esos puestos de trabajo al preceptivo concurso-oposición?
-Vendrá gente preparada hasta de Santander y me quitará el puesto de trabajo que conseguí hace 20 años.
Los ejércitos colocados en Andalucía por el parentesco y el carné andan soliviantados ante el reclamo de la ley y ni sueltan la bandera colorá ni perdonan un día en la calle con megáfono. Creo que los tribunales han descubierto más de veinte mil individuos a los que tocó el hada de la Junta, convirtiéndolos en funcionarios, y aquí no cuenta el personal de Ayuntamientos ni Diputaciones.
Los disparatados contubernios que se negociaban en las sedes administrativas entre consejeros de la Junta, concejales de los Ayuntamientos y demás barandas con doble carné -partido y sindicato- han dejado escritos acuerdos laborales y convenios colectivos que no cabrían en cien tomos dedicados al disparate democrático. Que esos funcionarios impostados no tuvieran que acudir a sus puestos de trabajo -donde no había nada que hacer- más de treinta y cinco horas semanales era un logro sindical y por tanto un derecho adquirido. Que haya colectivos con más de diez moscosos es un acto de justicia y que el herrero de una cuadra municipal se lleve cinco mil leurazos mensuales es un ejemplo de reconocimiento de los oficios ancestrales.
Hoy me ha retenido en el coche hasta después de las cuatro de la tarde la misma cuadrilla de todos los días. La cuadrilla que se pone un lunes en los ministerios, el martes en el bulevar, el miércoles en la Ronda y el jueves en las Tendillas. La palabra clave es “recortes” y las banderas siempre son rojas. La tele me dice que la manía no sólo es andaluza , sino que es costumbre en todo el país y que tras las pancartas hay desprecio por el que trabaja y odio hacia la prosperidad.
El presidente Griñán, mecido en los brazos de los compis de ese Sánchez Gordillo que con tanta aplicación analfabetiza a la gente de su pueblo, se va a poner en huelga contra el gobierno de la nación porque así se lo manda la rama leninista de San Telmo, hueca de ínfulas revolucionarias, por lo que estamos expectantes ante los probables impulsos de asalto a saco de los mercadonas del explotador Roig en ese día 14 por venir. Otro esquirol que se atreve a mantener cien mil familias sin ninguna vergüenza es el don Amancio de ZARA, al que se la tienen jurada las huestes que coleguean con don José Antonio. Las mismas que me han dado la tarde y que mañana darán el día a cualquier desprevenido. Las que creen que trabajar es enseñar preservativos de colores a los escolares de la ESO que visitan la casa municipal de la juventud, en el programa de actividades culturales ideado por una concejala, hoy consejera comunista... y a dos mil euros al mes, luciendo rasta y argolla en la nariz.
A tapar las calles