De buen rollo
(Colección Look de Té)
Jorge Bustos
Caen lánguidamente las paradojas a la Carrera de San Jerónimo como las amarillas hojas de los chopos al paseo de la Castellana, y así es posible oír al señor Larreina, portavoz de Amaiur, censurar a Montoro por insolidario y antisocial a cuenta de los Presupuestos:
—Creemos en la solidaridad con el resto de los pueblos de Europa. Pero la solidaridad se decide, no se impone. Y, siendo soberanos, íbamos a ser tan solidarios como el que más —concluye la voz de los cátedros en Solidaridad Sin Fronteras, con una boina imaginaria girando incandescente sobre el occipucio.
Luego el pobre señor Bosch, a quien parecen haberle encolado el cabello a ronchas como a un extra de Tim Burton, compara a Gallardón con John Wayne –como si ello entrañara algún desdoro– para reprocharle que no cumple la ley con Cataluña, cuando todos juraríamos que ha sido Puig, el ministrillo del Interior del nordeste, quien a la legalidad constitucional ha opuesto la legalidad democrática. O sea, la revolucionaria.
—Nos expulsan del reino de España y nosotros queremos salir, así que pongámonos de acuerdo. En breve plazo seremos independientes, pero se lo digo de buen rollo —amenaza Bosch, que da el nivel perdulario de estos nuevos Jefferson de la Costa Brava que acaban de alumbrar la catalanidad de Colón y el origen senyero del blasón yanqui.
—Creemos en la solidaridad con el resto de los pueblos de Europa. Pero la solidaridad se decide, no se impone. Y, siendo soberanos, íbamos a ser tan solidarios como el que más —concluye la voz de los cátedros en Solidaridad Sin Fronteras, con una boina imaginaria girando incandescente sobre el occipucio.
Luego el pobre señor Bosch, a quien parecen haberle encolado el cabello a ronchas como a un extra de Tim Burton, compara a Gallardón con John Wayne –como si ello entrañara algún desdoro– para reprocharle que no cumple la ley con Cataluña, cuando todos juraríamos que ha sido Puig, el ministrillo del Interior del nordeste, quien a la legalidad constitucional ha opuesto la legalidad democrática. O sea, la revolucionaria.
—Nos expulsan del reino de España y nosotros queremos salir, así que pongámonos de acuerdo. En breve plazo seremos independientes, pero se lo digo de buen rollo —amenaza Bosch, que da el nivel perdulario de estos nuevos Jefferson de la Costa Brava que acaban de alumbrar la catalanidad de Colón y el origen senyero del blasón yanqui.
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