En los tiempos de Emmanuelle yo compartía un piso minúsculo -tan minúsculo que no tendría ni veinte metros cuadrados- con un sevillano, Antonio Maartín, que era militante de CCOO y del PSUC. Pero no era un militante cualquiera, sino un activista de primera línea. Estaba en todos los fregados del momento y vivía su actividad política con una emoción intensamente heroica. Andaba liado con la mujer del secretario de su célula comunista. Más de una tarde al llegar al piso...