Jorge Bustos
Hay un grupo en Facebook que suscribe la tesis de que Zapatero nos ha metido en ésta en venganza por habernos reído de sus hijas. Lo cual prueba tres cosas: a) que el humor negro nutre la idiosincrasia ibérica tan proverbialmente como la siesta de un funcionario; b) que los mejores humoristas del país no están en La Sexta, sino en Internet y con seudónimo; y c) que Zapatero es tan rencoroso como algunos empezamos a pensar cuando rompió a hablar del capitán Lozano.
Otra tesis sostiene que él, en rigor, no está gobernando, sino que está siendo dirigido por extranjeros serios como el sargento de Kubrick dirigía al recluta patoso. Esta teoría permite concluir que a) Zapatero no es socialista, ni liberal, ni anarquista, sino lo que siempre hemos sospechado, es decir, José Luis sin más, el hombre que atónito tras la victoria confesó a su mujer: “No te imaginas cuántos españoles podrían llegar a presidente”; b) se está cumpliendo la aspiración que formuló Dalí cuando el referéndum de la OTAN, según la cual era Europa la que debía ingresar en España; y c) menos mal, porque si Zapatero se empeñara en presidir personalmente el país, España inspiraría la próxima novela posnuclear de Cormac McCarthy, mientras que de momento se conserva en un elegante mal estado, algo así como el Partenón.
Y una tercera hipótesis pretende que Zapatero es un becario biónico diseñado por el Club Bilderberg y enviado hace años a una familia leonesa, también androide, que preservó su identidad hasta que los de Bilderberg le facilitaron la llegada a La Moncloa, desde donde va cumpliendo la encomienda de abaratar el país para vendérselo al club a precio de quincalla y así ganarse el contrato indefinido. De lo que se infiere: a) lógico que al endoesqueleto metálico de Zapatero no le conmuevan los parados; y b) la tecnología alemana es de probada eficiencia, así que aprieten los brazos como si fueran a raptar a la Caballé, porque tocará nadar cuando la orquesta de a bordo concluya la pieza.
(La Gaceta)
Hay un grupo en Facebook que suscribe la tesis de que Zapatero nos ha metido en ésta en venganza por habernos reído de sus hijas. Lo cual prueba tres cosas: a) que el humor negro nutre la idiosincrasia ibérica tan proverbialmente como la siesta de un funcionario; b) que los mejores humoristas del país no están en La Sexta, sino en Internet y con seudónimo; y c) que Zapatero es tan rencoroso como algunos empezamos a pensar cuando rompió a hablar del capitán Lozano.
Otra tesis sostiene que él, en rigor, no está gobernando, sino que está siendo dirigido por extranjeros serios como el sargento de Kubrick dirigía al recluta patoso. Esta teoría permite concluir que a) Zapatero no es socialista, ni liberal, ni anarquista, sino lo que siempre hemos sospechado, es decir, José Luis sin más, el hombre que atónito tras la victoria confesó a su mujer: “No te imaginas cuántos españoles podrían llegar a presidente”; b) se está cumpliendo la aspiración que formuló Dalí cuando el referéndum de la OTAN, según la cual era Europa la que debía ingresar en España; y c) menos mal, porque si Zapatero se empeñara en presidir personalmente el país, España inspiraría la próxima novela posnuclear de Cormac McCarthy, mientras que de momento se conserva en un elegante mal estado, algo así como el Partenón.
Y una tercera hipótesis pretende que Zapatero es un becario biónico diseñado por el Club Bilderberg y enviado hace años a una familia leonesa, también androide, que preservó su identidad hasta que los de Bilderberg le facilitaron la llegada a La Moncloa, desde donde va cumpliendo la encomienda de abaratar el país para vendérselo al club a precio de quincalla y así ganarse el contrato indefinido. De lo que se infiere: a) lógico que al endoesqueleto metálico de Zapatero no le conmuevan los parados; y b) la tecnología alemana es de probada eficiencia, así que aprieten los brazos como si fueran a raptar a la Caballé, porque tocará nadar cuando la orquesta de a bordo concluya la pieza.
(La Gaceta)