miércoles, 10 de febrero de 2010

LA PRESIÓN AL ÁRBITRO


F. J. Gómez Izquierdo

Imagine que a usted a los quince años le dió un mal aire y en vez de jugar al fútbol con sus amigos se puso a arbitrar a los alevines porque un familiar o amigo le animó. Los árbitros lo son porque alguien del entorno les inocula la vocación.
Imagínese cogiendo confianza con el silbato y la llegada de los primeros dinerillos en Tercera y Segunda B. No lo hace mal y llega a Segunda, donde cada partido sale a más de mil euros y por mor de su saber estar y promocionarse llega el ascenso a la División de Honor.
Sitúese en Primera, donde se asegura dos partidos mensuales, más Copa del Rey, sustituciones a un compañero lesionado, y póngase a contar seis mil "leurazos" al mes como mínimo... Y si llega a internacional, ya no le digo nada... Y si encima le invitan a Qatar o Arabia Saudí, pues ya me dirá...
¿Cómo se aseguraría usted la duración de semejante chollo? Fácil respuesta: intentando arbitrar bien.
¿Cómo peligraría su estatus? Por lo que diga la prensa.

Cuando hablamos de Prensa no nos referimos al Diario de Burgos, ni a El Norte de Castilla... La prensa arbitral son el As, El Mundo Deportivo, el Sport, el Marca... El árbitro dice que no lee periódicos, pero es mentira. El árbitro sabe que hay plumillas que se la tienen jurada por diversas causas (fíjense ustedes en cómo trata a Iturralde el diario As) que no tienen que ver con penaltys. El árbitro sabe que haga lo que haga va a ser criticado... por Madrid o Barcelona, y ¿qué hace el árbitro?: molestar lo menos posible y ayudar siempre al grande.

Los grandes equipos intentan intimidar al árbitro desde una hora antes de que empiece el encuentro, y me consta que eso lo saben periodistas que se tienen por serios, pero se lo callan... No hace mucho, uno de los grandes jugaba en Copa contra un Segunda B. Todos los clubs tienen obligación de llevar una segunda equipación por si hay coincidencia de indumentaria. El árbitro, por indicación de su linier, dijo al delegado del grande que debía cambiar de pantalones. Al poco volvió el delegado diciendo que el entrenador no consentía semejante insulto -a la manera loperesca- y que iban a salir con sus pantalones.

-Que sepáis que se considera incomparecencia y perdéis 3-0.

Hubo más de diez minutos de tensión que ya me dirán en qué beneficia al ánimo sosegado que debe llevar el árbitro a un terreno de juego...
Creerá usted que este episodio en la Copa es una raya en el agua, ...pues no... Me han contado un caso espectacular entre dos equipos de Primera. No son ni el Madrid ni el Barca, pero son dos de los de siempre. Cuando ya estaba prácticamente redactada la incomparecencia, el equipo visitante se presentó en la caseta del árbitro con unas medias que, al parecer, sí estaban en el autocar...

Con esta peroratilla quiero decir que al árbitro le interesa pitar bien... pero la mayoría de los graves errores se deben a su natural torpeza, más acusada en unos que en otros, y a caer en la tentación de saltar al campo después de leer su historial en el As y con la radio puesta...