Cuando fui abonado de Osasuna
De pie: Martín González, Vicuña, Castañeda, Ciganda, De Luis y Merino.
Agachados: Morón, Roberto Elvira, Sammy Lee, Pizo Gómez y Patxi Rípodas.
Francisco Javier Gómez Izquierdo
No vi el partido del Córdoba contra Osasuna, con lo que son ya cuatro de nueve en una relajación de costumbres que intento disimular a costa de compromisos varios mientras pajaritos y pajarracos me lo achacan a la edad, ahora que ando preparando mi mas que pronta jubilación.
La verdad es que me he ahorrado muy malos ratos, pues no es lo mismo conocer el resultado una hora después de celebrado el partido que sufrir los latigazos minuto a minuto como al parecer estamos condenados la presente temporada. En la cadena Gol vi el resumen de El Sadar, campo que hace 33 años fue mi casa, y en el pispás de las imágenes quedó patente la debilidad defensiva del Córdoba, no sabría decir si por ingenua, pusilánime o somnolienta. Falta de atención, colocación y contundencia dicen las crónicas, pero para mí que ¡¡¡veintiún goles en contra en nueve partidos!!! tiene más que ver con la calidad necesaria para la Segunda división que todas las gaitas que se soplan cuando las cosas no van bien.
No es extraño perder en Pamplona, pero sí es exigible vestir con decoro en la derrota y el Córdoba airea en demasía sus vergüenzas escarneciendo a sus aficionados un domingo sí y otro también. Se puede perder la cabeza en Pamplona, porque Osasuna se ha empeñado en reconstruirse con aplicación y fundamento tras las extrañas directivas que sucedieron al gran Fermín Ezcurra y regresar a Primera con un equipo de Garcías que renueven las glorias de los Sola, Rípodas, Pizo, Goico, Martín...., pero ¡por Dios! no pongamos además la guillotina.
A Osasuna lo vi empatar hace unos días en Zaragoza un partido que mereció ganar y en el que Rubén García, chiquitín cedido por el Levante, se hartó de hacer diabluras sólo posibles entre futbolistas bajitos. El García no es broma en el equipo de Arrasate, pues García son sus centrales Unai y David, altos y recios navarros los dos a los que les pisa el puesto Aridane, ese canario del que llama más la atención por su melena que por sus marcajes. Clerc es lateral (zurdo) de Primera. Quizás más extremo que defensor, cosa rara para la sobriedad que se prefiere entre los aficionados del Norte, pero a mí, como al míster, me encanta. Lillo, el lateral derecho, es mejorable y para meter presión llegó cedido del Valencia Nacho Vidal, uno que venía para El Arcángel. No ha de sorprenderme la inclinación del aficionado osasunista por el mediocentro estellés Oier, todo pundonor y coraje en vez de preferir el talento de un jugadorazo como Roberto Torres, diez años en Osasuna y al que todos los veranos le salen novias de Primera..., pero no acaba de cuadrarme que Jagoba Arrasate no ponga de titular al fino centrocampista y tenga que echar mano de su talento para que arregle los partidos en la última media hora. Arregló el de La Romareda y remató al Córdoba con una de esas faltas directas que tanto se ponderan cuando son ejecutadas con la exquisita técnica exigida para la ocasión. Roberto Torres está entre los tocados por la varita y ¡de verdad! no me explico su permanencia en Pamplona. Otro medio con talento, éste por episodios, es Fran Mérida, un catalán viajero que se ha asentado con los rojillos. Y otro García, Imanol, juega poco porque Íñigo Pérez, un cachorro ya crecido de Lezama es expresa petición del míster, pues fue su hombre de confianza en el Numancia. Juan Villar es goleador. No acaba de cuajar allá donde va pero es goleador y al Córdoba siempre le marca. Osasuna ha confiado el arte de atinar con las porterías a dos honderos baleares como Xisco, nuestro Xisco, al que el amo del Córdoba bautizara como Jotabé, y Brandon, todo tatuajes y juventud que persigue escaparate de Primera, pero la esperanza osasunista está en Kike Barja, un pamplonés de 21 años, zurdo y valiente que trae por la calle de la amargura a todo lateral derecho que se le pone por delante. Laterales... y centrales. A nosotros nos coló el segundo sacudiéndose a Quintanilla y Luis Muñoz, ¡eso sí!, como inofensivas moscas y no como los tábanos que suponíamos.
En fin, 3-1 y a esperar al Deportivo, otro que busca el ascenso.