Ojiplático Gómez del Pilar desde el Programa de mano
José Ramón Márquez
Pablo Romero en Madrid, aunque sea Partido de Resina, la boca del horno, la divisa celeste y blanca, la antigüedad de 1888, los toros bonitos, la ganadería a la que uno ama desde niño, desde que por primera vez uno fue a Las Ventas y vio el prodigio de los toros, del toro distinto. A ver si se nota que uno es troncalmente de Pablo Romero, desde que nació, por multitud de razones y no es la menor que sean los toros bonitos, que lo son, sino que los viejos que a uno le hicieron aficionado le enseñaron que en lo de Pablo Romero había una verdad a descubrir.
Y hoy en Madrid ha salido el toro con personalidad, el que no es como el de todos los días. Hoy en Madrid ha salido el toro, el de verdad, el que no es la sota-caballo-rey, el toro que proclama a los cuatro vientos que “yo no soy tonto” y a ver qué pasa si eso sirve para vender televisores y ordenadores, pero no sirve para el toro, que en la opinión de un fracasado torero de Triana, ese toro no sirve. Y a ver si nos aclaramos con Pablo Romero, hoy Partido de Resina, porque hay mucha confusión aquí. Antes de que los bisabuelos de muchos que se dicen "aficionados" hubieran tenido la oportunidad de sentarse en un asiento de una plaza de toros, ya estaba Pablo Romero anunciado en los carteles, o sea que un respeto a la antigüedad, que es un grado.
Y si los de Pablo Romero hace una pila de años que soltaron la ganadería en las condiciones que la soltaron y ahora se llama Partido de Resina y hay una familia que ha dedicado tiempo, esfuerzo, dinero e ilusión a este proyecto, pues enhorabuena y que sigan en este empeño por muchos años.
Lo de Pablo Romero de hoy en Madrid empieza por lo principal, o sea que no pasa la corrida entera, que la ciencia venteña veterinaria se cisca a un pablorrromero después de habernos comido los de la dehesilla, las basuras del puertodesanlorenzo, que no apetece a estas horas mirar más basura para reforzar el argumento, pero que manda narices que estos tíos siempre saquen pecho con los mismos, que a ver qué le pasaba al que echaron para que esos gourmets de la veterinaria, esos censores corraleros, decidiesen que no pasaba la corrida entera, y para remendar el descosido no tuvieron otra ocurrencia que aprobar una bazofia de José Luis Pereda, que a ellos a gónadas no les empata nadie. Y en cierto modo estuvo bien ese deleznable quinto toro de Pereda, para que el público en general pudiese apreciar la diferencia que hay entre el toro de lidia (los cinco de Partido de Resina) y el toro de granja (el infausto Pereda), o lo que es lo mismo, la diferencia entre el toro que trae la emoción, la imprevisibilidad, la promesa de la cogida, y el bóvido nuestro de cada día, con su toreabilidad, su falta de intenciones, su congénita estupidez y su colaboracionismo.
Para conocimiento del público en general diremos que al morir el segundo de los de Resina ya había dos tíos en la enfermería, que pudieron ser más, y esto ya casi cierra el dibujo de la cosa ganadera en esta tarde del 12 de octubre en la que no se podía apartar los ojos del ruedo gracias al humor cambiante del ganado, gracias a los toros. Decían los viejos que mirando el toro no hay quien se aburra, decían eso en la época de los toros, y hoy los viejos pablorromeros, los vigentes Partido de Resina, volvieron a hacer bueno el viejo aserto, porque no creo que nadie haya tenido tiempo de bostezar mientras los cinco de la divisa celeste y blanca anduvieron por la Plaza, desde que salieron hasta que fueron arrastrados, que hasta desde el suelo tiraban cornadas al aire al que les iba a apuntillar.
Y para los que decimos lo de los “toros bonitos” ahí queda el segundo, Huracán, número 32, que era más feo que Picio, al que nos imaginamos abandonado por sus compañeros en los campos de Villamanrique de la Condesa, dejado de lado por esa pasarela Cibeles de pura belleza ganadera, marginado bajo una encina con su cara de vaca, con su lomo hundido, sin que ninguno de sus hermanos se dignase hacerle el mínimo caso, y cuando llegó a Las Ventas estuvo todo el rato más interesado en mirar lo que le rodeaba, en enterarse de todo, a veces en embestir y otras en irse, y cuando sintió en su espalda las farpas que le clavó José Antonio Prestel, le persiguió con ahínco y cuando el peón se creyó a salvo tomando el olivo Huracán le siguió, tomando también el olivo y dando con la cabeza en uno de los tejadillos que les ponen a los de los burladeros de gañote para que no se mojen si llueve o para que no les caiga encima uno de Partido de Resina.
Para la lidia y muerte de los Partido de Resina trajo Domb, esta vez sin la colaboración del bombo, a Rubén Pinar, Javier Cortés y Gómez del Pilar.
Rubén Pinar sólo pudo matar al primero, Rosalero, número 45, porque el toro le empitonó a la salida de un natural dejándole un par de cornadas. El albaceteño ni se miró, hizo que le anudasen un corbatín por encima de la herida y prosiguió su labor mientras la sangre le escurría por la pierna. Un tío. Antes y después de la cogida Rubén Pinar dio muestras de su actual manera de estar con el toro, de esa personal evolución que le ha alejado de aquellos modos ajulianados con los que nos exasperó desde novillero y se plantó con verdad de torero frente al pablorromero que se enteró del juego del hombre y la muleta y acabó echándosele a los lomos. El punto de inflexión de Rubén Pinar se encuentra en aquella tremenda corrida de Guardiola en la que Fundi se dejó un toro vivo, y desde entonces siempre hemos visto algo en este torero al que sin duda engañaron, como a tantos, y que sin embargo ha sido capaz de variar sus modos hacia una tauromaquia más auténtica.
A Javier Cortés le correspondió la irrisión de Pereda, pero en su hado estaba escrito que tenía que matar dos de Partido de Resina y tal ocurrió al tener que hacerse cargo del segundo de Rubén Pinar. La verdad es que encontrarse con este encierro de tantos registros ha debido ser una prueba de fuego para el getafeño, que esta era corrida para toreros curtidos y con recursos, digamos que Cortés hizo lo que pudo con la incertidumbre del cacho feo de Huracán y con las embestidas a media altura y las miradas de Avefría, número 9.
Traer a Gómez del Pilar el día del Pilar fue el detallazo de Domb, que él tiene estas cosas creativas. El madrileño se empeñó en hacer una faena de corte populista, más basada en las cercanías y el valor que en recetar a los toros las píldoras que necesitaban: distancia, orden y mando. Le sirvió su apuesta en términos de vuelta al ruedo, por el susto que metió en el cuerpo de algunos, pero la cosa del toreo brilló bastante por su ausencia. Su primero, Camisita, número 4, estuvo a punto de cogerle de la misma manera que Rosalero había cogido a Pinar, librándose de milagro del hachazo que le lanzó el cárdeno. La buena noticia es que abandonó la Plaza por su propio pie.
Termina la temporada del año 18 en Madrid, la de la faena de Urdiales, con esta interesantísima corrida a la que darán los de siempre más palos que a una estera, que ya se sabe que en estos tiempos que corren lo que más se odia es la personalidad. Ya sólo nos queda el festival de Chinchón para despedirnos de los toros hasta el 19.
Azulino
Cárdeno oscuro
De Partidode Resina
Último toro de la temporada 2018 en Las Ventas