Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Lo mejor (y, sin embargo, lo intrascendente del derbi) fue el juego de Ceballos y el debut de Vinicius. Ocurrió ante el mejor Atlético de Simeone, capturado para la imaginación por Hughes con una frase de la divina Celaa, la menegilda del sanchismo, intelectualmente entre el Aristóteles de la lógica y el besugo de la pinta:
–Un bloque de granito bien engrasado.
Ese bloque “bloqueó” al Madrid en el Bernabéu hasta que al campo salió Dani Ceballos, que no es un nombre para triunfar en el Madrid, cuya afición está acostumbrada a los Peter, Paul and Mary de la tele-actualidad.
¿Qué hacen Dani Ceballos en el Madrid y Arturo Vidal en el Barça?
Ceballos es un Toninho Cerezo del centrocampismo mundial, ninguneado durante un año, seguramente por celos, por Zidane. Ceballos es un futbolista nacido para los rondos de Cruyff (tocar y marcharse), no para las tríadas hegelianas de Kroos. Ceballos toca y se va. Kroos recibe y amasa: es el centrocampista tahonero que no puede disimular las ojeras de tener que trabajar de noche. Ceballos, además, juega donde el toro coge, cargando la suerte: “palante” y “padentro”. El fútbol de Ceballos es el boxeo de Clay: volar como una mariposa y picar como una avispa. Sólo con eso (pero sólo él) descompuso el bloque engrasado de Simeone, víctima del mal de la piedra. Si Simeone hubiera ido por el partido en el primer tiempo, se lo habría llevado con la gorra, pero su Atlético se mueve como una tuneladora, y así cuesta mucho sorprender incluso a la defensa del Madrid. Le fallaron Diego Costa y Griezmann, el que dice que él ya come a la mesa de Messi y Cristiano… hasta que se encontró con Courtois, ese tío invertebrado (¡el Aeróvoro del Tiránido!), como teníamos dicho aquí, que está en la portería vestido de colores (para el derbi eligió el salmantino luto) y que cuando llega un delantero se infla y le birla el balón.
¡Messi y Cristiano! Dicen que Infantino, el Calvo de la Lotería de la Fifa, quiere obligar a Messi y a Cristiano a asistir a sus guateques de “The Best”, un cutrerío que sólo hubiéramos esperado de Rubiales, el Calvo de la Lotería de la Federación. Que nadie se sorprenda si luego en el Bernabéu el piperío llama a Mariano.
–¡Mariano! ¡Mariano! –coreó el piperío el sábado en el Bernabéu, que es un grito que hasta ahora sólo se había oído en política, y a los chuchos de María Soraya.
Y es que, como dirían los cronistas viejos, este Madrid es “un equipo romo en ataque”. Cero goles al Sevilla y cero goles al Atlético. Empatar en Bilbao, perder en Sevilla y no ganar al Atlético son resultados de Zidane, que nos alejaron de la Liga. Si este año todavía está a mano, se lo debemos al Barcelona, donde sólo Valverde sabrá qué hacen Vidal en el Campo Nuevo y Ceballos en el Bernabéu.
Del juego de Ceballos al debut de Vinicius, la joya de la Corona florentina, si tenemos en cuenta edad y precio. Pero parece una joya robada. El robobo de la jojoya. Lopetegui lo sacó, ¡para debutar!, en el descuento, como para enseñarlo como se enseña un reloj descuidado, es decir, para dar fe de que lo tienes y no quieres que nadie lo vea. De hecho, Vinicius salió al campo después de Lucas Vázquez, el Colibrí de Curtis, que debe de ser buen amigo de Ramos, el tetrarca del vestuario que en Sevilla tuvo el mal gusto de arrebatar a los especialistas el balón para él lanzar con el juanete la falta suprema que se fue al tejado del marqués del Nervión. Lucas Vázquez sale al campo (Zidane nos acostumbró a ello) a la misma hora que en las discotecas ponen sevillanas (en el “Green” de Floro y Yeyo nos lo hacían) a las siete de la mañana para que te marches.
“¡Calienta Lucas!” Y el pipero recogía las bolsas Facundo y desfilaba para llegar al Metro. El sábado, en cambio, se quedó en el asiento porque faltaba Vinicius y no quería perderse su debut. Vinicius, en efecto, salió, y salió con la alegría guillenesca de su cuerpo de ardilla (“y el punch de tu sonrisa”), pues sólo le falta jugar con botas de charol, y que el Bernabéu, como el Broadway de Nicolás Guillén, estire su hocico “con una enorme lengua húmeda, / para lamer glotonamente / toda la sangre de nuestro cañaveral”.
Salió Vinicius, pero, por la gracia de Lopetegui, sonó la campana. Y no era éste el campanazo que soñábamos.
El debut europeo de José Rodríguez
LA OREJA DE VAN GOGH
Me ha hecho feliz saber de José Rodríguez, el futbolista gitano de Villajoyosa apadrinado por Mourinho en el Real Madrid, que le hizo debutar con 17 años en Copa de Europa. La nariz de José Rodríguez apuntaba a vela latina de un nuevo centrocampismo blanco, pero el chico no aguantó: al viento de Mourinho en el primer equipo respondía Toril, un marinero de agua dulce, castigándolo con la suplencia en el Castilla, hasta que, de pronto, nunca más se supo. Pero su fugacidad no debe confundirse con la de Lucendo, el cohete canterano que una noche en Valladolid se sacó Cruyff de la manga. Ahora José Rodríguez, que juega al fútbol en Holanda, cuenta qué le dijo Mourinho entonces: “Te voy a hacer el gitano más famoso del mundo”, que suena a “Oreja de Van Gogh” en la playa y su “Te voy a escribir la canción más bonita del mundo”.