Bertrand Russell
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
De un plumazo, como Franco para unificar el falangismo (¡pero con bastante menos oposición!), el dictadorzuelo Sánchez se carga el Código Civil para que cualquier concejal (pongamos Zapata, el gagman de la Shoah) te retire la custodia de tus hijos sin necesidad de pasar por un juez. Y… ¡aquí está Periquito hecho fraile!
El Código Civil era una cosa muy seria. Lo hizo Napoleón, que incrustó algunas morcillas machistas porque andaba a palos con Josefina. Y Stendhal, ya se sabe, lo usaba para coger estilo leyendo antes de sentarse a escribir, como harán ahora con el de Sánchez los plumillas del periodismo gubernamental.
En su decreto Franco justificaba “el golpe de la unificación” con que tan grande causa era incompatible con la lucha de partidos, que “gastan sus mejores energías en la lucha por el predominio de sus estilos”. Y así nacía lo que tenemos hoy, el partido único, con sus familias. ¡Unidad de poder y coordinación de funciones!
–Admitirán ustedes que ésta es una guerra contra el fascismo –dijo Bertrand Russell en la Embajada británica de Washington cuando, en plena guerra, solicitaba un pasaje para regresar a Inglaterra.
–Sí –le contestaron.
–Y admitirán también que, en esencia, el fascismo es la subordinación del poder legislativo al ejecutivo.
–Sí –dijeron, ya con algo de duda.
–Pues bien –zanjó él, con risa de pájaro carpintero–, yo soy el poder legislativo, y ustedes, el ejecutivo. Así que, si me retienen lejos de mis funciones legislativas un solo día más de lo necesario, son ustedes unos fascistas.
Y le firmaron el permiso de navegación en el acto: zarpó en mayo de 1944.
A España le falla el habitante. Somos, con el alemán y el japonés, un pueblo esencialmente gregario, y resulta fascinante nuestra alegría para sobrellevar las cargas que nos impone el primer fascistón desinhibido que nos cabalga, tal que este Periquito de tablao que hace con el Código lo que la Pardo Bazán con su receta de cocina: “Se coge un cerdo y se le castra…”