La Goya
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Hace un mes el ministro italiano Salvini era el mismo Himmler sólo por hacer lo que ahora hacen Macron y Sánchez, que es pasar del Aquarius, ese Calypso de los progres.
Los pasajeros del Aquarius quieren un máster de Begoña Gómez, no vacunas y una bicicleta, que es todo lo que la socialdemocracia ofrece hoy, como símbolo de la libertad occidental, reducida a poder ir en bici por donde más moleste uno a los demás.
–Los obreros lo que necesitan es bicicletas –contestó Franco a Ridruejo, que le pedía sindicatos.
O sea, que antes del 78 la socialdemocracia ya tenía gran boga en España, que en eso fue como el cuplé, que vino de Francia con los pasos del can-cán y los estribillos de los cabarets.
Como ocurriera con el cuplé, al trasponer la frontera la socialdemocracia perdió su “sprit” para adquirir aire chulón. El “género ínfimo”, que decía el Caballero Audaz.
–Nuestras cupletistas, acuciadas por un público burdo, se dieron prisa a achabacanar el género importado, esmaltándolo de timos flamencos y tufaradas del arroyo.
Del felipismo pasamos al aznarismo, y Aznar vino a ser La Goya, que renunció a la denominación de cupletista para anunciarse tonadillera, revalidando la herencia tradicional, castiza, eminentemente española, de la socialdemocracia.
Zapatero sería Amalia Isaura, es decir, el “maquietista”, palabra perdida en el lenguaje del teatro y que nunca estuvo en ningún diccionario, aunque Haro Tecglen la halló en el “Vocabulario de ocupaciones” del Ministerio de Trabajo, 1963. En fin, una mezcla de caricatura grotesca y sentimentalidad a flor de piel.
Y Rajoy fue ya el Ramón Peña del marianismo, un primer cómico saliendo a hacer reír vestido de “smoking”, un perfume de elegancia, o así, sobre los desgarros y la pobreza decorativa del género chico.
En cuanto al sanchismo, hecho de procacidades verbales y exhibiciones escandalosas para veteranos del amor y desertores del servicio doméstico, la referencia vuelve a ser el Montúfar de Salas Barbadillo.
Amalia Isaura