domingo, 5 de agosto de 2018

La dictadura

Esteban Bilbao

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El gobierno de Madrid es, por las cosas que dice, una despedida de soltero, y por las cosas que hace, una “dictadura institucional”.

    –Hoy los ciudadanos se reconocen en su Gobierno –declara el okupa de La Moncloa–. Este Gobierno representa a la España plural y honrada, porque eleva los estándares de la ciudadanía.
    
Sánchez, pues, acaba de descubrir las delicias del franquismo cuarentañón: decretos sobre esta vida y la otra, propaganda a toda caldera y nanay de elecciones. Elecciones… ¿para qué, si aquí está representado todo Dios?

    El general tenía las Cortes, que ponían “negro sobre blanco” lo que mandaba el general. Tenía el Consejo Nacional, o peña del Movimiento. Tenía un sindicalismo de integración (bastante menos integrado en el Estado que ahora). Tenía las provincias (hoy autonomías) con sus Poncios, o barones de la época. Y tenía los poderes fácticos, de los cuales ha desaparecido el militar. El florero de aquel aparato era don Esteban Bilbao, que decía que el único empeño de los políticos de partido es sentarse en el banco azul (ahí sigue, por cierto, el banco azul, para los que hablan de separación de poderes) y que en “sus” Cortes estaba representada “la España plural”: sindicatos, universidad, administración local, colegios y profesionales. Como en el gobierno de Sánchez según Sánchez, con su astronauta (¡los astronautas que fascinaban a López Rodó!), ése que por defender la pisada del hombre en la luna puesta en cuestión por Iker Casillas en una noche de insomnio canicular aparece en las encuestas como el ministro más valorado por los españoles, que piden ir a votar con el mismo entusiasmo que lo pedían cuando Franco, es decir, con ninguno.
    
¡Unidad de poder y coordinación de funciones! He aquí el invento franquista de Sánchez, que a Iceta le parece “un moderno” porque ganó una moción de censura, que no es una guerra civil, aunque sirva para empezar otra.

    Si ese tipo saca a Franco del Valle, sólo puede ser para meterse él.