domingo, 19 de junio de 2016

Osasuna a Primera


Burgos: Dani Pendín, Tito, Lucio, Matito y MERINO;
 Cuyami, ¿Zubizarreta?, Isailovic, Nené

Francisco Javier Gómez Izquierdo

       ¿Quién iba a decir al osasunismo hace justo un año, en Sabadell, que la siguiente temporada y con la misma o quizás inferior plantilla iba a ascender a Primera?  Uno de los Flaño, el capitán Javier, pasado el tiempo reglamentario, empataba un partido que perdía ante un equipo descendido y que le empujaba al pozo de Segunda B. Por contra, el Gerona, al que todos dábamos en Primera antes, durante y en el minuto 90 de su partido ante el Lugo, encajó un gol en el 92 que le igualaba a puntos con un Spórting al que el Betis abrazó fraternalmente en el Villamarín. Mala suerte la del equipo catalán. Un equipo que resucitó a su verdugo pamplonés regalándole el visado del play off con su victoria en Ponferrada. Pierde con honor el Gerona, pero lamentablemente pierde. Tres años de mala suerte, son demasiados años. A este club sí que le debe de verdad una el fútbol.
       
Osasuna, acuciado por la necesidad -¡qué triste espectáculo el de sus directivos en estos últimos años!- y el entusiasmo de Martín Monreal, un entrenador al que un servidor achaca efecto “champán” de mucho vigor al principio y acusada falta de condición física al final de temporada, ha tenido que valerse de los mozucos de Tajonar y dos o tres veteranos que han cogido cariño a la ciudad, tal que Nino, siempre Nino, ó De las Cuevas. Si el héroe que sacó de la UCI a Osasuna fue el defensa Flaño, esta vez ha sido el joven delantero Kodro, al que su padre, también delantero, le aconsejó jugar con los rojillos por no verle acomodo en la Real Sociedad, y el mediocampista Merino, hijo del también centrocampista Merino, que llegó a jugar en un Burgos que entrenaba precisamente Martín Monreal y al que fui a ver antes del partido con el Córdoba al Hotel Hesperia.  Hijos aplicados estos chicos osasunistas que honran la memoria de los padres como no se conoce en el siglo.
    
Enhorabuena a una familia a la que pertenecí cuando se codeaba como una más con la aristocracia del fútbol.

     En cuanto a la Eurocopa, lo normal, si exceptuamos el alarde de nuestra selección española ante Turquía. Es cierto que los turcos navegan entre querellas propias y parecen no estar a lo que deben -¡Uff, Topal, Topal!-, pero la selección juega bien. Da sensación de muy buen equipo e Iniesta no parece humano. Extraordinario e inteligentísimo Busquets. Letal el regate de Silva y poderoso Piqué en todos los terrenos. Juanfran y sobre todo Alba son la clave de que el sistema operativo funcione y atrás tenemos a De Gea, una esfinge que resuelve cualquier enigma. Personalmente a Morata le tengo mucha fe. Desde que nos destrozaba en 2ª con el Castilla desde la izquierda en arrancadas imparables me ha parecido bloque de mármol que necesita un Miguel Ángel que lo moldee. Buen equipo “la” España como dice uno de Rute al que no le gusta el fútbol. De todos modos me sigue dando miedo ese tocar de los defensas, sobre todo cuando a Ramos se le ocurre hacer de Beckenbauer.
      
El Croacia-Chequia me recordó el ascenso del Córdoba en Las Palmas y me convenció de que el número de cretinos e idiotizados crece en el mundo a pasos agigantados y de una manera alarmante. Crece tanto que a las personas normales cualquier día nos encierran por dar mal ejemplo. ¡Al tiempo! ¿Y Portugal? Mereció ganar a los austriacos pero cuando los balones se tuercen no hay quien los enderece. Ni Cristiano Ronaldo. Italia a lo suyo, con gol de un brasileño y Bélgica, con la que estamos a la expectativa, dio por fin una buena tarde.
    
De todas las selecciones, la más ejemplar, Islandia, a la que le salen simpatizantes como setas en mayo viendo luchar como jabatos a todos los “Sones” nórdicos. Todos queremos que se clasifique Islandia, y ya puestos, que nos toque en los cruces.