sábado, 11 de junio de 2016

El niño partitocrático

El Hortelano
Detalle

Hughes
Abc

Espantado veo a los niños tertulianos hablar con Pedro Sánchez en el programa de Ana Rosa. No sólo veo eso, que ya es mucho ver, veo a Echenique presumiendo encima de lo que esos niños dicen de él.

Antes de la Eurocopa, con mi mente organizada ya en un 4-1-4-1 (¡con extremos!), ésta va a ser la última visión que me lleve de España. La penúltima era el amago salsero de Moragas, que ya estaba bien.

Menos mal que fue un amago. Descubrir que Moragas tiene caderas hubiese sido horrible, como volver a descubrir el sexo, el resexo. Moragas es admisible, y ya es mucho admitir, si no baila, si aparece constituido en la tierra como individuo arrítmico, institucional, como ser co-lumnístico, siempre co-algo, dotado, eso sí, de una gran mata de pelo.

Ese asomo de voluptuosidad salsera ha sido atroz. Inmediatamente era posible imaginarse a Moragas seduciendo a todas las peperas rubias oficiales en un recoveco monclovita apañado a tal efecto. La gobernabilidad de España se basa en que toda esa gente no tenga caderas. Eso era una visión “expulsadora” de España. Me iba a Francia conforme como un vendimiador, pero sobre esa visión se ha superpuesto la de los niños tertulianos, los chiqui tertulianos. Niños redichos expertos en política. Mini Carmelo Encinas, Mini Escolares, mini… ¡no, no daré más nombres! Un tertuliano, pase, ¿pero un niño?…

El niño ideologizado, el niño tertuliano es un poco como el nuevo Arturito Pomar de este régimen. Un niño que cree en los Reyes Magos y en el Consenso. El colmo sería ver un niño-Inda, patilludo y todo.

La aberración del niño adoctrinado, apesebrado incluso, llega en un momento de gran histeria infantil. El gran tabú español es la infancia, el niño, el niño como unidad de medida del dolor, de la pureza, de la lágrima. Los niños anuncian bancos, programas, políticas, y miden nuestra humanidad.

Por eso es tan feo ver al niño programático, al niño ya partitocrático, convertido en tertuliano, que era lo último imaginable para un niño.

Por favor, alejen a los niños de la Gran Mamandurria Nacional. No es su lugar. Tengan pudor.