miércoles, 12 de octubre de 2011

Farreando en la Audiencia

Sidney Wang (Peter Sellers) y Sam Diamond (Peter Falk)
intercambiando puntos de vista confucionistas en
"Un cadáver a los postres"

Jorge Bustos

Hubiera sido divertido viajar ayer a León, donde Zapatero inauguró la sede del Instituto Confucio, que viene a ser el Instituto Celvantes de los chinorris, como me apunta un amigo. Confucio, como saben las misses, es el padre de la confusión, de la cocina fusión y de las frases aparentemente hondas que han hecho millonarios a corchos tan livianos como Coelho o Bucay, o a los taimados vendemotos del management que les preguntan a los ejecutivos quién se ha llevado su queso y estos, desde el agujero negro de sus lecturas, ponen los ojos como bolitas de alcanfor y acto seguido les atizan diez mil eurípides sobrantes de la balanza de resultados de la compañía en concepto de formación. Y uno concibe muy bien a Zapatero al frente del Instituto Confucio, qué mejor sitio para supervisar cirros, nimbos y cúmulos de oriente mientras Sonsoles modula un aria con el crepúsculo abatiéndose sobre el Macizo Galaico-Leonés.

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