Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La solución es la ideología.
Lo bueno de la ideología (progresista) es lo que simplifica las cosas: los fascistas son siempre los otros. De ahí su éxito.
El ideólogo, nos avisaba Revel allá por los 80, no desea conocer la verdad, sino proteger su sistema de creencias y “abolir” a todos los que no creen lo mismo que él.
–La ideología se fundamenta en una comunión en la mentira, implicando el ostracismo automático de quienquiera que rehúse compartirla.
Estamos, ay, en el periodismo (que en España es decir la cultura) de izquierdas.
–Soy juez y fiscal, tengo una capacidad de análisis superior al del ciudadano normal... –presume en TV Camacho, ese tartufo del legalismo que es, en la España faisanada, un ministro del Interior.
Le ha faltado añadir que es juez y fiscal “de progreso”: así, a la superioridad profesional, uniría la superioridad moral propia del encaste. Pero se da por sobreentendido.
Este sobreentendido progresista explica el desparpajo castizo, como de mojar pan en el vermú, del gudari Andoni Otegui en la Audiencia Nacional:
–Son tiempos en los que esto tiene que solucionarse.
Y no reconoce al tribunal.
En las mismas, otro Otegui, Arnaldo, y como señal de haber ganado ya la guerra, soltó aquel cohete de fulminante:
–¿Esto lo sabe el fiscal general?
Para los nuevos: estamos en la Solución Final. Arnaldo Otegui aspira al papel de Spínola en la rendición de Breda que pintaría Antonio López, quedando para Camacho el papel de Justino: el de Nassau, no el de Aguilar y Guridi.
Mas la reacción prefiere alarmarse con el video del asalto nocturno al domicilio de la presidenta de Madrid. ¿Por qué?
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